PERFIL DEL APÓSTOL
Sobreedificando sobre el fundamento Cristo
El profeta Isaías empieza el capítulo 49 de su libro con la siguiente profecía:
1 Oídme costas, y escuchad, pueblos lejanos, el Señor me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. 2 Y mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; 3 y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré. 4 Pero dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante del Señor, y mi recompensa con mi Dios. 5 Ahora, dice el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel, porque estimado seré en los ojos del Señor, y el Dios mío será mi fuerza; 6 dice: Poco es para mi tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.
Cuando Jesús comenzó su ministerio como el Mesías Príncipe en medio del pueblo de Israel, entró a la sinagoga judía de su pueblo como era su costumbre. Ese día, el ministro de la sinagoga le entregó una porción del rollo que contenía lo escrito por el profeta Isaías, lo cual leyó y era la porción que conocemos como libro del profeta Isaías 61:1-2 que dice: 1 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar BUENAS NUEVAS a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad del Señor.
Al terminar de leer y entregar de nuevo al ministro de la sinagoga la porción del rollo que le había entregado, Jesús les dijo a todos los que allí estaban, que ese día se había cumplido delante de ello la profecía que les acababa de leer. Esto que os acabo de decir, lo podemos confirmar al leer en la biografía de Jesús escrita por Lucas 4:16-21.
Pero esas palabras de Jesús con relación a la profecía dada por el profeta Isaías, implicaba también el cumplimiento de otra profecía paralela con esa dada por medio del profeta, me refiero a la profecía conocida como la profecía de las 70 semanas de años. En esa profecía se nos indica, cuanto tiempo transcurriría desde el decreto del rey Ciro para restaurar de nuevo a la ciudad de Jerusalén para esperar al Mesías príncipe, el día de su manifestación en medio de Israel, y el final de la nación de nuevo en mano de un cuarto imperio, luego de que el Mesías cumpliera con su misión. El día de la manifestación del Mesías príncipe marcó el día del comienzo de la primera mitad de la última semana de la profecía de las 70 semanas profetizada en el libro escrito por el profeta Daniel 9:24-27.
El Mesías príncipe indicó que era necesario que él se fuera, porque después de su partida vendría OTRO a completar la labor que le sería ordenada por el Cristo. Ese que vendría después de Jesús no iba a hablar por su propia cuenta, sino lo que le fuera dado a hablar, como dijo Jesús, y registra su cuarta biografía, escrita por el discípulo amado Lázaro de Betania 16:7-15. Recuerden y acostúmbrense que ese libro y la primera carta en vez de decir Juan, es Lázaro.
Pero al comenzar este escrito lo comenzamos leyendo la profecía dada a través del profeta Isaías 49:1-6. El cumplimiento de esta profecía del capítulo 49 del libro de Isaías donde se anunció el ministerio de apóstol de Pablo es lo mismo que fue confirmado por Jesús. Su cumplimiento podemos leerlo en el libro de biografía de ambos apostolados conocido como libro de los Hechos de los apóstoles 13:44-49.
La responsabilidad dada por el Señor al apóstol Pablo de acuerdo a esta profecía, incluía como indica el verso [5] hacer volver a Dios al remanente de Jacob que formaba parte de Israel. Pero como muy bien profetizó Isaías en el verso [6] el Señor no llamó a Pablo solamente para restaurar las tribus de Jacob, es decir, el pueblo natural, sino para restaurar a Israel, el pueblo espiritual, al pueblo Hebreo descendiente de Abraham el Hebreo, por cuya simiente la cual es Cristo, hemos sido bendecidos todos los hijos de Dios, cosa que ha sido solamente por fe. Por eso, el apóstol Pablo, el Hebreo de Hebreo, como se nos revela en la carta a los Filipenses 3:5, le escribió su última carta a los Hebreos, a quienes era necesario por medio de todo lo dicho por la ley y los profetas, re escribirles todas las cosas conforme a la revelación, porque la carta a los Hebreos es como si dijéramos todas las enseñanzas o doctrinas de la ley de las Sagradas Escrituras, en forma condensada.
En esta exposición de hoy, hablaremos del apóstol del ministerio al cual el Señor Jesús Cristo le dio el ministerio de la reconciliación, ministerio por medio del cual, nos ha llamado ahora a nosotros, para hacer correr su mensaje en las naciones. Hoy hablaremos del único apóstol llamado por Jesús Cristo para esta dispensación eterna del nuevo pacto.
Como hemos visto, en primer lugar, el ministerio dado al apóstol Pablo, estaba profetizado conforme al propósito de Dios, desde antes de entrar al vientre de su madre, como confirma cumplido el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 1:15. Fue el apóstol Pablo quien sirvió a los llamados gentiles en cuanto a la carne, por luz. Fue al apóstol Pablo, a quien el Señor Jesús Cristo le confió llevar la salvación por todos los confines de la tierra.
Es el apóstol Pablo quien nos reveló, que en Cristo, la verdadera simiente de Abraham, fuimos bendecidos todos los hijos de Dios que estábamos dispersos en las llamadas naciones gentiles, dándole cumplimiento a la promesa dada a Abraham. Todas las cosas fueron cumplidas a partir del año 70 cuando la ley fue completada y Cristo le puso fin, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Romanos 10:4. Ese fin, es el que el apóstol Pablo reveló y anunció pocos antes de suceder, en la carta a los Hebreos 8:13. Llegado el final de la ley, que era la pared que dividía a judíos y gentiles fue derribada y de ambos pueblos hizo uno solo, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 2:14-16 por lo que ya no hay ni judío ni griego o gentil; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque en el Espíritu todos somos uno en Cristo Jesús, como nos revela el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 3:28. Ser varón o hembra, judío o gentil, esclavo o libre, que es lo mismo que hablar de género sexual, ciudadanías diversas, clases sociales, etc., es algo que sólo sucede en el primer Adán, sucede en carne y sangre; pero ser uno en Cristo donde nadie se casa ni se da en casamiento y no existen esas divisiones, es algo que sólo sucede en el último Adán , quien es Jesús Cristo, el Espíritu de vida.
Este corto estudio lo he dividido en dos partes: La primera parte, será un recuento general de la vida del apóstol Pablo, y la segunda parte, será un recuento de la labor realizada por el apóstol. Este estudio podemos decir entonces que es una mini biografía del apóstol Pablo. Empecemos pues esta sección con la primera parte: la información general del apóstol Pablo.
En primer lugar, de acuerdo a la ley del imperio romano, es menester indicar, que de acuerdo a "La Civita", Pablo, fue un ciudadano romano. Eso fue precisamente lo que le permitió defenderse del sistema religioso judío cuando fue falsamente acusado con el fin de matarlo. Ser ciudadano romano fue lo que le permitió apelar ante el tribunal supremo de Roma de sus días. Su apelación fue al Cesar romano de turno, que fue Nerón Cesar, la cabeza de la bestia que estaba persiguiendo a la Iglesia por todo el imperio, conforme nos confirma el libro de los Hechos 25:11.
Cuando Saulo fue llamado por Jesús Cristo, conforme nos informa el libro de los Hechos 9:3-6, abandonó el judaísmo enseguida radicalmente. El nombre original del apóstol era Saulo, que significa: Pedido. El Señor le cambió el nombre a Pablo, que significa: El más Pequeño, tal y como lo anunció Cristo cuando comparó su ministerio con el de Juan el Bautista, lo cual puedes verificar leyendo en las biografías de Jesús escritas por Mateo 11:7-11 y Lucas 7:25-28
Saulo fue un gran perseguidor del Camino al perseguir a la iglesia de Dios en
su infancia que estaba en Jerusalén y sus alrededores.
Las mismas autoridades religiosas bajo la que Saulo sirvió para
perseguir a la iglesia, se tornaron en contra de él, cuando fue llamado por
Jesús Cristo. Esos líderes religiosos, que eran los príncipes o
principados, los poderes o poderosos de la tierra de esos días contra quienes
era la lucha de Pablo y de los demás hermanos que estaban con él. Pues esos
príncipes intentaron por todos
los medios de hacerle daño a Pablo, tanto directamente como por
medio de las autoridades romanas que estaba en Jerusalén, los representantes
de la bestia que ellos dominaban. A tal grado fue la lucha del apóstol
Pablo con ellos, que procuraron inclusive su
muerte por todas partes por donde el apóstol viajaba a llevar la luz del
evangelio.
En el comienzo del primer siglo, ser ciudadano romano era algo muy importante. Puede decirse que era un privilegio para cualquier familia o persona que fuera de un origen distinto; como sucedió con la familia del apóstol Pablo, pues su familia natural era de origen judío.
"La Civita", de acuerdo a las leyes del
imperio romano, substituía y estaba por encima de todas las ciudadanías de
las demás naciones debajo del poder del imperio romano. Está claro de los escritos romanos, que ese privilegio lo ostentaban comúnmente
y solamente los individuos o familias de la clase alta o acomodadas.
Esta forma de participación de las familias no
romanas de este privilegio, es una clara demostración de que había cierto
grado de buena voluntad del gobierno romano para los ciudadanos que eran de
origen distinto. Este era un
privilegio del que gozaban especialmente los judíos, que estaban en esos
días bajo el protectorado directo de Roma, como se muestra de la situación de los residentes
de la ciudad de Tarso donde nació el apóstol Pablo.
En segundo lugar, Pablo era ciudadano tarsiano,
porque nació en la ciudad de Tarso, una de las ciudades distinguidas del
imperio romano, como nos es informado en el libro de los Hechos 9:11 y 21:39. Pablo
no era simplemente una persona nacida en Tarso por accidente, porque su
familia pasara por allí. Él
tenía todos los derechos de un ciudadano romano conforme a la ley romana de
sus días. Pablo tuvo que evidenciar su ciudadanía romana legalmente,
como tendría que haber hecho ante el tribuno, cuando se defendió de los
judíos que lo perseguían por todas partes, para que su apelación ante el Cesar tuviera valor de acuerdo a las
leyes de Roma. Si no hubiera tenido evidencia de que era un ciudadano romano
no hubiera sido escuchado siquiera, no hubiera tenido la oportunidad de ser
atendido por las autoridades
romanas.
Si la familia de Pablo hubiera emigrado a la ciudad
de Tarso poco antes de él nacer, de acuerdo a las leyes romanas de ese
tiempo, ni él, ni su padre podían ser tarsianos, sino que meramente hubieran
sido simples residentes de Tarso. Lo más probable fue, que los antepasados de la familia de Pablo, se
establecieron
en esa ciudad como parte de los asentamientos de colonias judías,
asentamientos que fueron ordenados y establecidos
por los reyes Seleucidas, para fortalecer su poder en esa ciudad, y en varias
ciudades más para esos tiempos. Entre
los años 175 - 164 antes del nacimiento de Jesús, el rey Antíoco IV re-fundó la ciudad de Tarso con
el nombre de Antioquia. Es bueno
que sepas, que de acuerdo a los historiadores antiguos, los reyes Seleucidas,
parecían tener preferencia por los asentamientos de colonos judíos en Asia
Menor.
En tercer lugar, Pablo era un Hebreo de Hebreos. Esta expresión era bien notable en Pablo, que la usó para dirigirse
en una de sus cartas a una audiencia prácticamente de origen Griego, como lo
era la iglesia de los Filipenses, ver el capítulo 3 verso 5 de esa carta. Pablo era un ciudadano judío tanto como un ciudadano tarsiano, pero
por encima de eso, desde el punto de vista imperial, era ciudadano romano. Es precisamente a la iglesia de los Filipenses, a la que el apóstol Pablo le
revela cual es nuestra verdadera ciudadanía: la celestial,
como revela la carta a los Filipenses 3:20.
Su educación, conocimiento y posición en medio de
la comunidad religiosa de Israel, nos muestra claramente que era un verdadero
judío. En la 2da carta a los Corintios 11:22,
el apóstol Pablo dice que el era Hebreo, Israelita y simiente de Abraham. En
la carta a los Filipenses 3:5 dice que fue circuncidado al octavo día, del linaje de Israel,
de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo. De
acuerdo al libro de los Hechos 22:3, el mismo apóstol al identificarse cuando se defendía
ante una multitud de judíos, les dijo: Yo soy un varón judío, nacido
en Tarso de Cicilia, mas criado en la ciudad esta
(Jerusalén),
a los pies de Gamaliel educado conforme a la exactitud de la ley
patria,
celoso siendo de Dios, como también todos vosotros sois hoy.
A los judíos, Pablo le enfatizó siempre su
carácter y origen judío y les recordaba su lugar de nacimiento, la ciudad de
Tarso. Pero cuando estuvo frente
a Claudio Lisias, tuvo que defenderse de los judíos apelando a su privilegio
de ciudadano romano como lo describe el libro de los Hechos 22:25-29, para evitar ser
o castigado por los
romanos por solicitud de los judíos o ser devuelto a los judíos quienes
tenían un plan ya concertado para matarlo. Esta
acción de apelación ante el César, por otra
parte, llevó al apóstol Pablo a Roma, donde realizó la parte final de su labor,
tal y como el Señor le dijo que ocurriría, lo cual podemos leer en el libro
de los Hechos 25:11-12.
También es bueno que entiendan mis amados, que para los judíos
de los días de Pablo, no había ningún conflicto en ser judío y ser
ciudadano de otra nación. Eso era
algo ya común para los judíos que estuvieron desde el principio bajo la
esclavitud y luego bajo el dominio de los diferentes imperios que los
sojuzgaron. Esto, pueden verificarlo en la multitud de judíos reunidos en el templo el día de Pentecostés,
que nos es informado por el libro de los Hechos 2:5-11, que nos habla de
judíos con las diferente ciudadanías que los identificaban. Todavía en
nuestros días en el año 1998 cuando digo estas palabras, esos que dicen ser judíos,
y están asentados en el medio oriente, son ciudadanos judíos y a la vez ciudadanos de las
naciones de donde se movieron para vivir en el oriente medio. De hecho,
así lo comprendieron todos los imperios bajo los cuales estuvo Israel
sojuzgada.
La nación de Israel siempre se comportó como parte
de la nación que la sojuzgaba, por eso era que Israel tenía tanta influencia
sobre esos imperios aunque fueran militarmente más poderosos que ellos. Un claro ejemplo de esto, lo vemos en todo el proceso de la muerte de
Jesús, como las autoridades religiosas de Israel manipulaban a las
autoridades de Roma en Jerusalén. En
verdad que la mujer, la Gran Ramera o Israel natural,
estaba sentada sobre la Bestia, las autoridades romanas que
representaban al gobierno del Cesar, tal y como se
figura en el Rollo Profético llamado Apocalipsis 17:3. También hicieron lo mismo en sus intenciones de matar al apóstol
Pablo. Esto fue así hasta el año 70, cuando se cumplió lo
decretado por Dios sobre ellos, cuando la ley o viejos cielos y tierra,
pasaron con gran estruendo. Usando las
fuerzas de los ejércitos romanos bajo las órdenes de Tito Vespasiano, el
Señor Jesús Cristo llevó el judaísmo de esos días que era la figura de la
ley o antiguo pacto a su fin, al destruirle la ciudad de
Jerusalén y su templo. Los
judíos que pudieron sobrevivir, fueron esparcidos por todo el imperio romano,
sin más privilegio como nación religiosa.
En cuanto a la relación del apóstol con su familia
natural, casi nada se nos informa. De
acuerdo a lo dicho por el propio apóstol en cuanto a su pasada manera de
vivir, fue fariseo de fariseo, en otras palabras: un maestro de
fariseos. Uno de los escasos detalles que se nos dan acerca de su familia, se
encuentra en el libro de los Hechos 23:16, al principio de la carrera de Pablo como
apóstol de Cristo,
cuando su sobrino lo salvó de un complot de muerte de manos de los judíos.
Pablo, al ser llamado por Cristo, comenzó a enseñar que la ley estaba caducada y en proceso de desaparición y que con la aparición de Cristo, había llegado el fin de la ley. Ambas cosas las puede encontrar en sus escritos, tanto de la carta a los Hebreos 8:13 como de la carta a los Romanos 10:4, lo cual sobreedificando te he de citar:
Hebreos 8:13 Al decir nuevo pacto, ha hecho anticuado al primero, a la ley o antiguo pacto; y lo que se puso anticuado y se puso viejo, cuando llegó el año 70, desapareció de delante de Dios.
Romanos 10:4 por su parte dice: Porque fin de la ley es Cristo para justicia a todo el que cree.
Para los judíos, especialmente los de la secta de
los fariseos de la que en otro tiempo Pablo fue uno de sus miembros más sobresaliente, esta
nueva posición de Pablo como cristiano, la catalogaron de apostasía al judaísmo
y una desgracia para la nación, y lógicamente, para su familia inmediata; a
tal grado que en una de las ocasiones de persecución dijeron que no convenía
que Pablo viviera, lo cual puedes confirmar leyendo en el libro de los Hechos 22:22.
Esa es una de las razones por la que el apóstol
Pablo acentuó en la carta a los Filipenses 3:8 lo he perdido todo y lo tengo por
basura para ganar a Cristo. Estas
palabras del apóstol son evidencia de las palabras dichas por Cristo en los
días de su carne, cuando dijo: Los enemigos del hombre son los de su propia casa, como
registra la biografía de Jesús escrita por Mateo
10:36. También cuando dijo que
el que perdiere familia y todas las demás cosas por causa de él, ganaría
cien veces más todas esas cosas durante ese siglo o era de la ley, y en el siglo
venidero o reino de Dios en que ahora vivimos, la vida eterna, lo que
también pueden verificar leyendo en la biografía de Jesús escrita por Lucas 18:29-30.
En Pablo se cumplieron todas esas cosas, incluyendo las persecuciones que
también eran parte de ese paquete de cosas.
Todo eso le fue cumplido al apóstol Pablo por el
Señor Jesús Cristo, a quien sea gloria, honra y alabanza por toda
la eternidad. La familia de la fe
que ganó el apóstol Pablo por todas las iglesias donde puso fundamento, fue
innumerable y sigue aumentando cada día, porque todos los que entramos en el
conocimiento de la revelación, somos de la familia de la fe alumbrados por la
revelación de Cristo, dada a través del apóstol Pablo, la luz que envió por
las naciones. Su mayor deseo fue el de alcanzar la
transformación o cambio viviendo todavía en su vasija de
barro o vestidura temporera, en los días de su
carne, pero el Señor lo introdujo a la vida eterna por resurrección
en el año 70, porque a él lo mataron
aproximadamente en el año 68. Estando
en Roma fue ordenado matar por el Cesar Nerón que gobernaba en Roma como una
de sus últimas atrocidades contra los cristianos. La
resurrección la recibió a partir del año 70 como os dije anteriormente,
cuando se cumplió la segunda aparición del Señor Jesús Cristo sin
relación con el pecado, como reveló el mismo apóstol Pablo en la carta a
los Hebreos 9:28.
Entre los rasgos distintivos más acentuados del
apóstol Pablo podemos mencionar, que fue un líder por excelencia. El hermanos Lucas nos da muchos detalles de la personalidad del
apóstol Pablo en su libro de biografía apostólica, llamado Hechos de los
Apóstoles. Por ejemplo: Pablo
era un gran orador y escritor. Sabía
articular la palabra y hacer gran uso de gestos que en este tiempo llamamos,
lenguaje corporal.
CONTINUARÁ
RETORNAR A EL APÓSTOL Y EL APOSTOLADO
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