HABLEMOS DE LA GRACIA

En los nuevos cielo y tierra, Ramón Cristo (Isaías 53:10)


Jaime Cristo y otros miembros de la familia Cristo en Colombia

1a Corintios 15:49

SOBREEDIFICANDO SOBRE
EL FUNDAMENTO CRISTO

 

"El conocimiento de la Verdad desvanece la oscuridad de la ignorancia, por eso la luz resplandece en los nuevos cielo y tierra."

Ramón Urbáez

Epoikodomeî epì tòn themélion Iesoûs Khristós

Ramón Urbáez ̴ P.O. Box 140452 ̴ Arecibo, PR 00612 ̴ Teléfono (787) 466-1783

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DERRIBANDO FORTALEZAS Y PARADIGMAS RELIGIOSOS

2ª CARTA A LOS CORINTIOS 10:4-5

        Antes de dar inicio a este estudio, quisiera enviar unas palabras a mis amigos y hermanos en la fe, que años atrás me brindaron tanto cariño. Mi corazón se entristece en gran manera al escuchar las palabras de infamia que ahora lanzan contra mi y mi familia, palabras que parecieran estar cargadas de rencor e intolerancia, solamente porque ya no utilizo en mi servicio a Dios, el nombre del rótulo denominacional al que ellos pertenecen, y al cual pertenecí en otro tiempo. Digo denominación y no Iglesia, porque estoy seguro que aunque ya no pertenezcamos a la misma organización eclesiástica, sí pertenecemos junto con ellos, a la misma Iglesia, la única que hay, la de Cristo. Iglesia que no esta dividida por nombres, pues tiene sobre ella el único nombre que debe tener, el de su salvador... JESÚS CRISTO. Iglesia a la cual pertenece todo sincero Cristiano que invoque el Nombre de nuestro Señor Jesús Cristo en cualquier lugar (1 Corintios 1:2) no importando si humanamente se hace llamar católico, evangélico, pentecostal, bautista, adventista, cuadrangular, unitario, trinitario u otra de las mil maneras que los hombres nos inventamos para partir el cuerpo de Cristo.

        Siento una gran paz en el Espíritu declarando sinceramente, con todo el amor de mi corazón o mente Cristo, que todos estos hermanos de las diferentes “iglesias” cristianas que existen, que llamo cristiandad tradicional, son verdaderos hijos de Dios, incluyendo entre ellos a mis amados hermanos pentecostales. Jamás dudo ni dudaré de la salvación de cada uno de ellos, porque Cristo en quien hemos creído, es suficientemente poderoso para salvarnos, no importando la denominación a la que asistamos. Se que tenemos diferencias de conceptos en cuanto a la interpretación del texto bíblico, pero nunca en cuanto a que Cristo es nuestro común salvador.

         Soy conciente que por mis escritos he sido etiquetado como hereje y apostata por aquellos que no se toman el trabajo de analizar con detenimiento el sentido verdadero de mis letras, pero lo que me sigue motivando, es que para otros, los mismos escritos han sido interesantísimos en cuanto al profundo estudio de la Escritura, y unos cuantos los han recibido como una gran bendición que los ha llevado a crecer en el conocimiento del plan de Dios, conduciéndolos a una vida cristiana más segura, plena y llena de genuina libertad. Por eso pido a Dios, me dé la oportunidad de escribir y enseñar su palabra hasta el último minuto que Él me tenga en este cuerpo.

        Enseñaré lo que el Espíritu Santo coloque en mi entendimiento, no obstante, mis escritos sean de alta polémica. Doy gracias a Dios porque se que me ha concedido que en algún momento pueda compartir encuentros de estudio de la Escritura con todos mis hermanos de las diferentes “iglesias”, en un ambiente de amor no fingido. Mientras eso llega, seguiré ejerciendo el don que el Señor por su gracia depositó en mi vida, estudiar y enseñar su Palabra; por lo tanto los invito a leer este articulo: EL PADRE NUESTRO, UNA ORACIÓN HERMOSÍSIMA, PERO FUERA DE TIEMPO, que les dará motivos, o para tildarme aun más de hereje, o para inquietarse por estudiar más el texto de la Escritura correctamente, o para sentirse consolados, iluminados y cada vez más seguros de la posición que nuestro salvador logró para nosotros a través de su obra consumada en la Cruz.

 

EL PADRE NUESTRO, UNA ORACIÓN HERMOSÍSIMA...

 PERO FUERA DE TIEMPO

Por Jaime Humberto Pérez (sobreedificado por Ramón Urbáez Caminero)

        El Padre nuestro es la  oración ícono de toda la cristiandad. Para los católicos es la oración recitada más elevada, y para los evangélicos, el modelo de oración en todas las que hacen a Dios. Nadie puede negar lo hermoso de las palabras que conforman el Padre nuestro, pero... ¿Está vigente dicha oración? ¿Su hermosa constitución, la hace eficaz? ¿Recitada o como modelo, será eso lo que espera oír Dios de nuestros labios cuando nos dirigimos a Él?

        No puedo negar el gran sentimentalismo que todo el pueblo cristiano tiene hacia esta oración, solamente les pido que dejemos de lado por un momento lo sentimental y analicemos con detenimiento acerca del tiempo en que vivimos, para darnos cuenta si en verdad las palabras del Padre nuestro son las mejores para orar a Dios en nuestro presente en Cristo.

Lo primero que vamos a hacer es aclarar las diferencias entre Jesús en los días de su carne y Jesús Cristo resucitado y glorificado. Este es un tema que pocos cristianos se han interesado en escudriñar. Parece que les asustará conocer las diferencias entre el Jesús humano y el Cristo divino.

Aunque no niegan las dos naturalezas, siguen conociendo a Cristo aún con criterios humanos, en la carne, como aconseja el apóstol Pablo que debemos dejar de hacer los creyentes en Cristo, en la 2da carta a los Corintios 5:16, y dejar de idolatrar la humanidad de Cristo.

La cuestión es que en Jesús, hubo presente en los días de su carne, las dos naturalezas.... la humana y la divina. PERO YA NO. 

Jesús en los días de su carne era DIOS-HOMBRE. Esos días de carne no terminaron con su muerte y resurrección, pues el resucitó en carne, los días de su carne terminaron con su ascensión.

A partir de su ascensión, Jesús Cristo no es DIOS-HOMBRE sino solamente DIOS.

Dios en el plano de la eternidad no es DIOS-HOMBRE... ¡ES DIOS!

Al entrar en la eternidad, lo humano fue absorbido por lo divino.

Por eso, si quieres ver al DIOS-HOMBRE  en este tiempo... MIRA A LA IGLESIA.

La iglesia es el tabernáculo de Dios con los hombres.

Cristo glorificado es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia, es la mente que la dirige, el Espíritu que guía cada uno de sus miembros.

Él solamente es DIOS-HOMBRE en su obra sobre la tierra o plano material, no en su reposo en gloria.

Analicemos algo muy importante: ¿Conoces que el cuerpo de Jesús después de la resurrección, era incuestionablemente de carne y huesos?

        Comencemos leyendo en el libro según Lucas 24:37-39 para que tengamos la información directa sobre este asunto, que dice: 37 Entonces, sobresaltados y poniéndose aterrados, creían ver un espíritu. 38 Y les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y por qué se levantan pensamientos en el corazón vuestro? 39  Ved las manos mías y los pies míos, porque yo soy el mismo; palpadme y vedme, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.

        Al citar el verso 40 es saludable indicarle la siguiente nota de la Interlineal Griego-Español que dice: Este versículo falta en algunos manuscritos, si bien los más importantes lo traen, y dice así:kaì touto eipòn hediesen autois tàs jeiras kaì Tous pódas”, que significa literalmente:y esto diciendo, les mostró las manos y los pies.  

  • Hecha esta aclaración, prosigamos con el tema. El cuerpo de Jesús después de resucitado tenía carne y huesos, pero no  tenía sangre, pues en la sangre está la vida humana, mientras que su cuerpo ya no tenía vida humana sino vida espiritual.

        Esa es la razón de la revelación del apóstol Pablo en la carta a los Romanos 8:11 que dice: Mas si el Espíritu del que levantó a Jesús procedente de los muertos habita en vosotros, el que levantó procedente de los muertos a Cristo Jesús vivificará también los cuerpos mortales de vosotros mediante el Espíritu de él que inhabita en vosotros.

La vida del cuerpo de Jesús antes de la resurrección, estaba como la de cualquier ser humano, en la sangre.

        Eso estaba establecido claramente en el libro de Levítico 17:11 que dice: Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

Según la carta a los Romanos 8:11 la vivificación del cuerpo de Jesús resucitado no estaba en la sangre sino en el Espíritu de Dios que lo levantó de los muertos.

           Jesús en los días de su carne tenía vida humana, por eso pudo morir. Pero Jesús resucitado no tenía vida humana sino espiritual, por eso no puede morir, pudo ascender a la gloria y la muerte ya no tiene poder sobre él.

           La ascensión de Jesús no es la ascensión de su cuerpo de carne y huesos, Puesto que lo físico y material no entra en el plano espiritual o como lo dice el texto paulino, carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, como es revelado en la 1ra carta a los Corintios 15:50.

           Entonces la ascensión de Jesús es la ascensión de su ser no de su cuerpo terrenal, la ascensión de su esencia espiritual que estaba dando vida a ese cuerpo.

           Por esa razón es que antes de ascender entró a la nube.

           El entrar a la nube indica el paso de lo material a lo espiritual. No es que entre lo material a lo espiritual, sino que pasa de lo material a lo espiritual. ¡Hay una transformación! ¿Aprecias la diferencia?

           Comprendamos que Jesús entró a la nube antes de irse, Él se fue dentro de la nube, no sobre la nube.

        Así lo declara el libro de los Hechos 1:9-10 cuando dice: 9 Y esto habiendo dicho, ellos viendo, fue alzado, y una nube se le llevó por debajo de los ojos de ellos. 10  Y cuando estaban con los ojos fijos en el cielo mientras él se iba, he ahí que dos varones con vestiduras blancas se habían puesto junto a ellos.

           La nube le oculto de sus ojos (lo hizo invisible a sus ojos) y sigue diciendo el texto, que ellos con los ojos puestos en el cielo (no en Él, porque ya no lo veían)... Entre tanto que él se iba.

           ¡No se había ido y ya estaba oculto a los ojos de los discípulos!

           Apenas se estaba yendo y ellos no lo veían, porque la nube le oculto de sus ojos.

           ¡Cristo ascendió a la gloria!

           En el lenguaje humano, ascender es subir, lo mismo que descender es bajar.

           Jesús dijo: “Y nadie ha subido al cielo sino el que descendió procedente del cielo, el Hijo del Hombre, como es revelado en el libro del discípulo amado Lázaro, llamado por ignorancia Juan 3:13.

           El cristianismo tradicional piensa que la ascensión de Jesús es la subida de su cuerpo de carne al cielo.

            Ahora, si ascender es subir y descender es bajar ¿Entonces cuando descendió Jesús del cielo? Nunca vimos su cuerpo bajar del cielo, porque tenemos testimonio que nació de una virgen.

           Entonces, ¿cómo descendió Jesús del cielo?  ¿Vino en un cuerpo que levitando bajara de las nubes? Claro que no.

           El descender de Jesús, el Hijo del Hombre, es la humanización del Verbo, como es revelado por el discípulo amado Lázaro en su libro llamado por error Juan 1:14.

           Jesús no descendió literalmente bajando su cuerpo terrenal del cielo. Cristo descendió al hacerse semejante a los hombres en Jesús, naciendo de mujer.

           Hacerse hombre en semejanza de cuerpo de pecado fue su descenso, su humillación.

           El paso de Dios a hombre fue su descender. Entonces su ascensión y glorificación, tampoco debe considerarse como una levitación mágica...SINO COMO EL PASO DE HOMBRE NUEVAMENTE A DIOS.

           Jesús en carne era un hombre sujeto a la ley Mosaica, pero después de cumplirla a cabalidad poniéndole fin en la cruz, asciende a su posición eterna y queda por encima de todo (aun de la ley) para llenarlo todo.

           Ustedes se preguntarán ¿por qué he hecho todo este recorrido para hablar del Padre nuestro? Muy sencillo, porque el Padre nuestro lo enseñó Jesús en carne, como medio de oración para dirigirse al Padre, pero ahora nuestra oración debe ser en el espíritu, dirigida por el Mismo Espíritu (Cristo glorificado).

           ¡Ya no nos dirige Jesús en Carne, nos dirige Jesús resucitado y glorificado! Aquel que fue hecho Espíritu vivificante, como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:45.

           Jesús en carne enseñó una oración para que sus discípulos la hicieran en carne (En letra) pero después de su glorificación, ya Él no nos enseña en letra... NOS ENSEÑA EN ESPÍRITU, como es revelado en la carta a los Romanos 7:6. Eso fue precisamente lo que Jesús le reveló y enseñó a la mujer samaritana, según registra el libro del discípulo amado Lázaro llamado por error Juan 4:24 cuando le dice: Dios es Espíritu, y los que adoran, en Espíritu y verdad deben adorar.

           Alguien dirá que el texto de la carta a los Romanos 7:6 habla de la letra de la ley, ¡Es verdad! Pero no olvidemos que Jesús en carne vino a cumplir la ley, por lo tanto sus prácticas son muy acordes al tiempo en que vivió en carne (La ley). Solo cuando muere y resucita pone fin a la ley, de esta manera podemos comprender que en la ley (incluyendo los días de Jesús en carne) se enseñaba a orar en letra, pero después de la ascensión de Jesús Cristo es derramado el Espíritu en los creyentes y Él nos enseña a orar en Espíritu.

           El apóstol Pablo dijo que “no sabemos pedir como conviene. ¿Por qué razón? ¿acaso Jesús no había enseñado ya la oración del Padre nuestro? Claro que sí. Pero dicha oración era para los discípulos antes de la cruz. ¡Ahora, quien nos ayuda a pedir (orar) correctamente es el Espíritu!

           El Padre nuestro es una oración hermosísima para su tiempo, recuerda amado, que Él lo hizo todo hermoso en su tiempo. Pero después del sacrificio perfecto de Cristo en Jesús, nuestra relación y comunión con Dios es mucho más estrecha e intima.

           Observemos paso por paso el Padre nuestro y miremos que cosas de esa hermosísima oración “para su tiempo”, están ahora fuera de contexto para nosotros que vivimos en los nuevo cielo y tierra o pacto de Dios consigo mismo.

        El libro según Lucas 11:2-4, de acuerdo a la traducción Interlineal Griego-Español nos declara: 2 Y les dijo a ellos: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea el nombre de ti; venga el reino de ti; 3 el pan nuestro diario da a nosotros, el de cada día; 4 y perdona a nosotros los pecados nuestros, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no metas a nosotros en tentación.

        Leamos ahora como lo informa el libro según Mateo 6:9-13 que dice: 9 Padre de nosotros el en los cielos sea santificado el nombre de ti; 10 venga el reino de ti; sea hecha la voluntad de ti; como en cielo, también sobre tierra. 11 Da nos hoy el pan de nosotros diario; 12 y perdónanos las deudas de nosotros, como también nosotros perdonamos a los deudores de nosotros; 13 y no comiences a llevarnos a tentación, en cambio, presérvanos del maligno.

        Como observarán, hay una pequeña diferencia entre ambos registros, Mateo fue testigo directo del mismo, mientras que el amado doctor Lucas lo escribió por referencia de la investigación exhaustiva que hizo. En resumen significan lo mismo, para efecto de este estudio, utilizaré la descripción del testigo directo y discípulo y apóstol de Jesús en los días de su carne, que fue Mateo. Empecemos por la primera expresión que dice:

  1. Padre de nosotros el en los cielos...”

         Las palabras de inicio del Padre nuestro hacen ver a Dios lejano de nuestra humanidad. Él, por allá en los cielos, y nosotros, aquí en la tierra. Aun así, nos dice la declaración, que Dios o el Padre, “está en los cielos”, en plural, que significa tanto en el viejo cielo que representó el pacto de Moisés, como en el nuevo cielo o pacto que se avecinaba para nosotros, reino que fue acercado mediante el ministerio de Jesús por lo que registra el libro según Mateo 4:17 que cuando Jesús comenzó su ministerio al conocer que Juan el Bautista había sido encarcelado: Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: Cambiad de mentalidad; (la palabra griega “metanoeîte” que es traducida como “arrepentíos”) pues se ha acercado el reino de los cielos.

           Esa separación y distancia entre Dios figurados en los cielos y de los hermanos en esos días, peregrinando en la tierra, era verdad antes del sacrificio efectuado en la cruz, pero después del “consumado es” de Jesús en la cruz... las cosas son diferentes.

           Recuerda que Cristo en Jesús, nos reconcilió con Dios, reconcilió los cielos y la tierra, lo cual observaremos por las siguientes citas sobre esa revelación:

           2da carta a los Corintios 5:18-20 Y todas las cosas provienen de Dios, el cual nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no temiéndoles en cuenta las transgresiones de ellos, y poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. 20  Somos, pues, embajadores, en pro de Cristo, como si Dios estuviese exhortando (o invitando, la palabra griega “parakaloûntos”) mediante nosotros; presentamos (la palabra griega “deómetha”) en pro de Cristo, sed reconciliados con Dios.

           No pensemos que el tener el ministerio de la reconciliación es ir reconciliando gente con Dios, eso ya lo hizo Cristo una vez para y siempre. Tener el ministerio de la reconciliación es ser un embajador o representante del que tiene la autoridad absoluta para ANUNCIAR, INVITAR o PRESENTAR, QUE CRISTO YA NOS RECONCILIÓ CON DIOS O CONSIGO MISMO. Cuando la traducción REINA-VALERA dice “rogamos” “sed reconciliados con Dios”, lo que hacemos es presentar o invitar a que acepten y crean el acto reconciliador que obró Cristo con su sacrificio por medio de Jesús. Dios ya te reconcilió, pero tu como persona te reconcilia con Dios cuando cree que Cristo ya te reconcilió con Dios. El problema no es lo que Dios ya hizo, es lo que tú como humano ignoras. La reconciliación con Dios no es una obra efectuada por el hombre, sino efectuada por Cristo en Jesús, y creída por el hombre.

           Si el mundo fue reconciliado con Dios, entonces Él ya no está lejos del hombre como lo hacía ver el inicio del Padre nuestro, por causa de que la reconciliación no se había efectuado.

            Miremos estas palabras del apóstol Pablo que se encuentran en el libro:

        Hechos 17:26-28 He hizo procedente de uno toda nación (la palabra “nación” de la palabra griega “éthnos) de humanos, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; determinando los tiempos preordenados, es decir, los límites de la habitación de ellos; 27 para que busquen a Dios, por si tal vez pueden topar a tientas con él y hallarle, aunque no estando lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y existimos, como algunos de los poetas entre vosotros han dicho...

            Cuando el apóstol Pablo declara que quizás los humanos puedan topar a tientas o como traduce REINA-VALERA palpando puedan hallarle, (a Dios) pone figuradamente a los humanos en la posición de ciegos. Un ciego, por su ceguera (en este caso, la figura indica ignorancia de la verdad o realidad) no sabe donde están las cosas, aunque éstas estén muy cerca de él, como pasa con un ciego.

           Lastimosamente el hombre sigue percibiendo muy lejos a Dios. No tomando en cuenta el sacrificio de Cristo en Jesús, que nos acercó a Él.

           Cada vez que recitamos el Padre nuestro con la imagen que Dios esta muy lejos (por allá en el cielo) negamos la magnifica obra de nuestro salvador Jesús Cristo, que reconcilio el cielo y la tierra.

           Y como si fuera poco, “si Dios estuviera por allá lejos en lugares celestiales, no olvidemos que los creyentes en Cristo, estamos sentados juntamente con Él en dichos lugares, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 2:6. Por lo tanto, estamos muy pero muy cerca de Dios. Mas cerca no se puede, pues vivimos en Él y Él en nosotros.

           Antes de la cruz, Dios estaba por allá, lejos de nosotros, “Padre nuestro que estás en los cielos”. ¿Saben por qué? Porque cielo y tierra no habían sido reconciliados. La mente o conciencia Cristo no moraba en nosotros. Por eso, conforme el discípulo amado Lázaro, cuyo libro es llamado por ignorancia Juan 8:23, Jesús les dijo un día a los fariseos: Vosotros sois procedentes de las cosas de abajo, yo soy procedente de las cosas de arriba; vosotros sois procedentes del mundo este, yo no soy procedente del mundo este. Dos mentes o conciencias totalmente distintas, por eso dos formas de pensar distintas.

           Pero después de la Cruz, las cosas son diferentes. Dios está tan cerca del hombre que no debemos verlo encumbrado y lejano. ¿Por qué? Porque cielo y tierra ya están reconciliados en Cristo, como es revelado en la carta a los Colosenses 1:19-20. Eso tienen como consecuencia que ahora nosotros poseemos la mente o conciencia Cristo, como revela la 1ra carta a los Corintios 2:16.

  1. Santificado sea tu nombre...”

           La santificación del Nombre del Padre no es otra cosa que su exaltación y glorificación.

           ¿Cómo hace Dios esto?

           La Escritura nos da la respuesta. Citemos varios ejemplos:

        Números 20:13 Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con YHWH, y él se santificó en ellos.

           ¿Cuándo se santificó en ellos? Cuando hizo la obra de darles agua de la roca.

           Miremos otro ejemplo:

        Ezequiel 36:22-30 Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho YHWH el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. 23 Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy YHWH, dice YHWH el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. 24 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. 25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. 29 Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. 30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.

           Por favor lean detenidamente el pasaje de Ezequiel que acabamos de citar.

           Observe que en el verso 22 el profeta declara que algo que va a hacer Dios, no lo hace por el pueblo SINO POR SU SANTO NOMBRE.

           En el versículo 23 dice Dios que va a SANTIFICAR SU NOMBRE.

           ¿Como lo santificaría? La respuesta nos la brinda los versos posteriores al 22 y 23, con  el particular lenguaje utilizado por los profetas: Os tomaré de las naciones, esparciré sobre vosotros agua limpia, seréis limpiados de vuestras inmundicias y de vuestros ídolos, os daré corazón nuevo, pondré espíritu nuevo dentro de vosotros, pondré mi Espíritu dentro de vosotros, os guardaré de vuestras inmundicias...”

           Fácilmente puede comprenderse que Dios santifica su nombre cuando hace una obra que beneficia a su pueblo.

           Pensábamos equivocadamente que santificar el nombre del padre era orar o recitar...”Santo sea tu nombre” o frases similares.

           La santificación del nombre de Dios es un acto que hace Él y nosotros debemos creer.

           Por parte de Dios la santificación de su nombre es la obra que Él y solo Él efectúa; mientras que por parte de nosotros, la santificación de su nombre es CREER LA OBRA QUE SOLAMENTE ÉL EFECTUA A NUESTRO FAVOR.

           Volvamos al acontecimiento registrado en el libro de Números 20.

           En Números 20:13 se nos afirma que Dios se santificó en el pueblo en el caso de las aguas de la rencilla. Ya dijimos que cuando les hizo brotar agua de la peña.

           Ahora leamos el verso anterior.

Números 20:12 Y YHWH dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

           ¿Qué dijo Dios a Moisés y Aarón? “Por cuanto no creísteis en mí para santificarme...”

           Dios se santificó con la obra, pero Moisés y Aarón no CREYERON para santificarlo.

           Entonces la santificación del nombre de Dios incluye una obra hecha única y exclusivamente por Él y un creer por parte nuestra.

           La petición en el Padre nuestro “Santificado sea tu Nombre” No es una frase que santifique el Nombre del Padre al recitarla. A ese pensamiento ha llegado el cristianismo, creer que cuando dice “Santificado sea tu nombre” está santificando el nombre de Dios.

           ¿No será mas bien que la frase en la oración del Padre nuestro “Santificado sea tu Nombre” indica la petición...? ”Has la obra que nos salve y que los hombres la creamos”

           Pablo citó en alguna ocasión a los profetas diciendo:

        Hechos 13:38-41 Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, 39 y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él (en Cristo) es justificado todo aquel que cree. 40 Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas: 41 Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; Porque yo hago una obra en vuestros días, Obra que no creeréis, si alguien os la contare.

           Después que el apóstol Pablo les enseña que por la ley nunca se alcanzaría justificación y que por medio de Cristo es justificado todo aquel que cree (Verso 39) les advierte que no venga sobre ellos lo dicho por los profetas (Verso 40)

           ¿Que advertencia de los profetas les hace Pablo? Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; Porque yo hago una obra en vuestros días, Obra que no creeréis, si alguien os la contare (Verso 41)

           Les advierte acerca de la obra que haría Dios, pero que ellos no creerían aunque alguien se las contare.

           La obra, es la obra de Cristo en Jesús para justificación de los pecadores.

           ¿Quién la cuenta? Los que predicamos el evangelio, pues la predicación del evangelio consiste en contar la buena noticia de lo que hizo Cristo en Jesús a nuestro favor, obra que está garantizada como eficaz por el hecho de haber resucitado de los muertos.

           ¿Quiénes no la creen? Aquellos que no les basta la obra de Cristo como medio de salvación o reconciliación con Dios, sino que aun confían un poco en las obras de la ley o en su propia habilidad lógica sin Cristo.

           El Padre nuestro se anticipa a la obra de Cristo en la Cruz y al rechazo de dicha obra por muchos.

           Cuando en el Padre nuestro se pedía que Dios santificara su nombre, se pedía entonces que se consumara la obra redentora y que fuera creída en el mundo.

           La obra ya fue consumada, ¡Cristo murió y resucitó en Jesús una vez y para siempre! Y los que la creemos, para eso estábamos ordenados, predestinados desde antes de la fundación del mundo para creer en la obra de Jesús Cristo y obtener la vida eterna.

        Hechos 13:48 Y oyendo esto los gentiles, se alegraban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.

           Entonces el nombre del Padre ya fue santificado por medio de la obra efectuada en Cristo y creída en todo el mundo por aquellos que están destinados a creer.

           No pensemos que santificamos el nombre del Padre cuando decimos “Santificado sea tu nombre”... EL YA SANTIFICÓ SU NOMBRE PARA SIEMPRE EN CRISTO

 

3.     Venga tu reino...”

           En este punto del Padre nuestro comprendemos algo sencillo que parece no entenderse en la tradición cristiana.

           Nosotros no vamos al reino, el reino viene a nosotros.

           La mayoría de creyentes piensan que uno va al reino de Dios cuando se muere.

           La oración no pedía... llévanos a tu reino, la oración clamaba... VENGA TU REINO.

           Entonces, lo importante es conocer: ¿Qué es el reino de Dios? ¿Dónde está el reino de Dios? ¿Esperamos que venga o ya vino el reino de Dios? La respuesta a estas interrogantes nos aclararán si pedir que venga el reino de Dios como lo enseña la oración del Padre nuestro, es o no acertado en este tiempo.

           Lo primero a tratar es: El reino de Dios es el mismo reino de los cielos.

           Aunque algunos predicadores dicen que es algo diferente, es fácilmente demostrable que los que así piensan y enseñan están equivocados. Veamos…

           Mateo 19:23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

           Observemos que el verso 23 de Mateo 19 enfatiza lo difícil  que un rico entre en el reino de los cielos, luego en el verso 24 sigue diciendo cuan difícil es que un rico entre, pero allí le llama reino de Dios. ¡Entonces reino de Dios y reino de los cielos es lo mismo!

           Por otra parte el reino de Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, como revela la carta a los Romanos 9:5, no es un reino de este mundo.

           Poncio Pilatos escuchó de los mismos labios del Salvador cuando dijo: “Mi reino no es de este mundo”, como es informado en el libro del discípulo amado Lázaro, que todos llaman Juan 18:36. Leamos la cita…

        Juan 18:36 Respondió Jesús: El reino mío no es procedente del mundo este; si procedente del mundo este fuera el reino mío, los servidores míos lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero en cambio el reino mío no es de aquí.
 

           La cristiandad sigue esperando un reino de Dios tipo gobierno humano, quiero decir, un reino donde Cristo visiblemente en un cuerpo de carne glorificada, sea el presidente mundial de todas las naciones y los creyentes seamos una especie de gabinete que co-gobernemos con Él.

           Si así fuera, entonces a Cristo le tocaría derrotar a las naciones en una guerra con ellas. Obviamente Cristo y su ejercito angelical puede hacerlo muy fácilmente, pero ¿eso es lo que él  planeó y enseñó?

           No dijo Él, si procedente del mundo este fuera el reino mío, los servidores míos lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero en cambio el reino mío no es de aquí.”

           Si el reino de Dios fuera de este mundo, Él lo instituiría a la fuerza, pero no es así.

           El reino de Dios es espiritual, por lo tanto se vive en el Espíritu.

           El texto de la Escritura dice inclusive, que fuimos trasladados del reino de las tinieblas al reino de su Amado Hijo, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Colosenses 1:13.

           El creyente ya fue trasladado al reino de Cristo, pero dicho reino no es de este mundo, por eso no indica posiciones de gobierno, autoridad o riquezas en el mundo.

           Un creyente  puede tener posiciones de gobierno, autoridad y riquezas en cantidad, y la verdad hay muchos cristianos con esas posiciones en el mundo, pero eso no es lo que prueba  que están en el reino de Dios.

           El reino de Dios es algo plenamente espiritual. Recordemos que carne y sangre no pueden heredan el reino de Dios. De esta manera podemos saber que lo que fue trasladado al reino de Cristo no fue nuestra carne o humanidad, sino nuestro Espíritu.

           Si nuestro cuerpo de carne hubiese sido trasladado al reino de Dios entonces jamás se enfermaría, ni sentiría dolor, ni moriría, pero lo que fue trasladado de las tinieblas al reino de Cristo fue nuestro Espíritu.

           El reino de Dios no se percibe en las cosas materiales, (este mundo) sino en cosas intangibles que están asociadas al Espíritu.

Por eso es revelado por el apóstol Pablo en la carta a los Romanos 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

           Antes del sacrificio de Cristo, el Reino de Dios estaba ausente del espíritu humano, fuese porque dicho espíritu estuviera participando de carne y sangre o porque ya hubiese abandonado el cuerpo.

           Pero después del sacrificio redentor, el Espíritu de los creyentes está en el reino de Dios, tanto los que aun participan de carne y sangre como los que ya han sido despojados de su vestidura terrenal.

           Por eso es que Jesús le prometió al ladrón de la Cruz, después de la plegaria del condenado “Acuérdate de mi cuando vengas en tu reino, que ese día estaría con Él en el paraíso, otra forma de llamar el reino de Dios.

           El reino de Dios no es algo que esperamos en nuestro tiempo en el futuro, pues el mismo Jesús en los días de su carne respondió frente a una pregunta de los fariseos, lo siguiente:

        Lucas 17:20 Interrogado entonces por los fariseos, cuándo viene el reino de Dios, les respondió a ellos y dijo: El reino de Dios no viene con advertencia, 21 ni dirán: Mirad aquí; o allí; mirad, porque el reino de Dios está dentro vosotros.

           El reino de Dios no viene de la manera que nos hemos figurado durante siglos, en forma de gobierno mundial terrenal... ¡El reino de Dios está dentro nosotros!

           El Padre nuestro pedía que viniera el reino, pero el reino de Dios ya vino y los creyentes vivimos en él, no en nuestra carne sino en nuestro Espíritu, donde se nos imputó la justicia de Cristo, donde abundamos en el gozo de la salvación de la vieja imagen terrenal de la que todavía tenemos que participar en común con el Padre, como es revelado en la carta a los Hebreos 2:14, por eso es que ahora estamos en paz con Dios para siempre. Por lo tanto si comprendemos que fuimos trasladados al reino de Cristo y espiritualmente vivimos en el reino de Dios, es inoperante y descontextualizado pedirle a Dios cada día que venga su reino.

 

  1. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra...”

           Desde Adán hasta Cristo en Jesús, nadie había cumplido la voluntad de Dios en la tierra.

           Todos los hombres habían transgredido algún mandamiento de Dios, todos habían pecado.

           Cristo vino en Jesús para hacer la voluntad de Dios, así estaba escrito.

        Hebreos 10:7-10 Entonces dije: ¡He aquí el Dios, que vengo para hacer la voluntad de ti, que en cabecera de rollo ha sido escrito acerca de mí! 8 Mas arriba diciendo: Sacrificios y ofrendas y holocaustos también por el pecado no quisiste, ni fueron de tu agrado (los cuales son ofrecidos conforme a la ley), 9 entonces ha dicho: ¡He aquí que vengo, ha hacer la voluntad de ti! quita lo primero, para establecer lo segundo. 10 En la cual voluntad estamos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesús Cristo de una vez por todas.

           Cuando Jesús muere en la cruz, había cumplido toda la voluntad de Dios, incluyendo el cumplir la ley.

           Por esa razón es que resucita al tercer día, porque de no haber hecho toda la voluntad de Dios, ¡Jamás habría resucitado!

           Esto significa que ya alguien cumplió la voluntad de Dios en la tierra, Jesús el Cristo.

           Y por haberla cumplido nosotros hemos sido justificados mediante él. La Iglesia entonces cumple en Cristo la voluntad de Dios, no por una santificación nuestra en obras sino por la santificación que recibimos por medio de la ofrenda del cuerpo de Jesús Cristo, en cuyo cuerpo cumplió la voluntad de Dios en la tierra, hecha una vez para siempre.

           Pedir en este tiempo que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo, sería negar la estricta sujeción de Jesús en Cristo a la voluntad de Dios, ¡Y eso no puede ser!

           Además todos los cristianos o miembros del cuerpo de Cristo, vivimos en la perfecta y agradable voluntad de Dios, simplemente que debemos renovar nuestro entendimiento para comprenderlo y comprobarlo.

 

  1. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy...”

           La idea de los judíos acerca del alimento, era día a día. Esto por el recuerdo del maná en el desierto, donde día tras día se les daba su ración para subsistir.

           Desde allí aprendieron a clamar diariamente la provisión divina.

           Esta idea natural del pan, encerraba una profunda verdad espiritual.

           Jesús dijo citando la Escritura: Escrito está: No sólo de pan vivirá el humano, sino de toda palabra que sale por boca de Dios, libro según Mateo 4:4.

           Posteriormente, Jesús les enseñó que el maná dado por Dios a través de Moisés no es el verdadero pan del cielo, como puedes comprobar leyendo el llamado libro según Juan 6:32.

           El verdadero pan del cielo que da vida al hombre es Jesús Cristo, como declara el discípulo amado Lázaro en su libro que llaman Juan 6:35.

           Y cuando comemos de este pan no volvemos a tener hambre jamás.

           Si miramos la petición del Padre nuestro de manera física, como refiriéndose al pan material, entonces nosotros estaríamos por debajo de las aves del cielo que no piden a Dios, ni siembran ni siegan, pero Dios las alimenta, y eso no puede ser, porque el mismo Jesús dio a entender que nosotros valemos más que ellas, según enseña el libro según Mateo 6:26.

           Si vemos la petición del Padre nuestro como refiriéndose al pan espiritual que da vida al hombre y que es necesario que Dios nos lo de diariamente, entonces no podríamos creer las palabras de Jesús  cuando dijo que quien lo comiera a Él, el  Pan verdadero, no volvería a tener hambre jamás. Ver citas del llamado libro Juan 6:35, 47-51.

           El problema es que antes de la Cruz había que sostenerse día a día por medio de las obras de la ley mosaica, por eso es que Jesús les dice que Moisés no les había dado el verdadero pan cuando de acuerdo al verso 32 les dice: De cierto de cierto os digo, Moisés no os ha dado el pan verdadero procedente del cielo; mientras que después de la cruz, quien cree en Cristo es alimentado en vida eterna por siempre y para siempre.

           Los creyentes del nuevo pacto no oramos pidiendo que Dios nos de el pan material día a día, más bien estamos seguros que él nos provee diariamente el sustento para nuestro cuerpo, y lo que hacemos es dar gracias por el alimento que cada día nos provee.

           Los creyentes del nuevo pacto  tampoco pedimos a Dios que nos de diariamente el pan de vida eterna que es Cristo, que ya bajó del cielo dio vida al mundo de Dios y subió de nuevo, pues este pan lo comimos una vez para siempre cuando creímos el sacrificio expiatorio que el realizó para salvarnos de la condenación.

           El mismo Jesús comentó que Él era el pan vivo que descendió del cielo, y profundizó al decir que dicho pan era su carne, la cual el daría por la vida del mundo, porque si alguno comía de ese pan viviría para siempre. Veamos dos citas más de este libro que vengo citando

        El verso 6:51 dice: Yo soy el pan vivo que bajó procedente del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que ciertamente yo daré, es la carne de mí, la cual yo daré por la vida del mundo.

        Leamos ahora  la cita 6:35 que dice: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí de ningún modo tendrá hambre, también el que cree en mí de ningún modo tendrá sed jamás.

           El pan material es algo que Dios brinda para todos, recordemos que Él hace salir el su sol sobre buenos y malos y que hace llover sobre justos e injustos, como registra el libro según Mateo 5:45. Aun a los que dicen ser “ateos” les da diariamente su sustento, Dios cumple su propio consejo al alimentar a sus enemigos. Así nos revela Cristo a través del apóstol Pablo en la carta a los Romanos 12:20 cuando declara: Sino que si el enemigo de ti tiene hambre, da de comer a él; si tiene sed, da de beber a él...

           No importa si alguien no le pide el alimento a Dios, Dios se lo da cada día.

           La diferencia no está en pedir diariamente el alimento a Dios, la diferencia está en DARLE GRACIAS DIARIAMENTE A DIOS POR EL ALIMENTO QUE NOS DA, esto no lo hacen los incrédulos y enemigos de Dios pero si los verdaderos creyentes. En la conclusión, de este estudio nos daremos cuenta que la oración en el nuevo pacto, pacto que comenzó después de la cruz, después de cumplidas todas las cosas, después de cumplida la última tilde de la ley y llegar a su fin, cosa que ocurrió en el año 70, no es tanto una oración de peticiones, sino una oración de ACCIÓN DE GRACIAS.

           Por otro lado, el pan de vida eterna, el sacrificio de Jesús en carne, no es algo que pedimos a diario, siendo que él fue ofrecido una sola vez para siempre y los creyentes lo hemos recibido una vez para siempre. Por eso el que lo comió no vuelve a tener jamás hambre de vida eterna, pues ya la recibió en Cristo, y su Espíritu (la porción del Espíritu Cristo en el creyente) queda saciado de dicha vida por la eternidad.

           Antes de la cruz se debía pedir sustento diario (tanto físico como espiritual) después de la cruz nuestro sustento físico esta asegurado por cuanto Cristo sustenta y cuida su cuerpo que es la Iglesia, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 5:29. En el caso del pan de vida eterna (el pan espiritual para el espíritu) no hay que pedirlo diariamente, este ya lo comimos para siempre cuando creímos el sacrificio de nuestro salvador Jesús Cristo; en ambos casos más bien debemos diariamente dar gracias a Dios por sus beneficios para nosotros.

    6. “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben...”

           Si pedimos perdón es porque consideramos que no hemos sido perdonados.

           Es verdad que antes de la Cruz el perdón era temporal, eso se ve claramente en los continuos sacrificios de animales por el pecado y en la ceremonia anual que celebraba el sumo sacerdote del orden de Leví, para expiación de los pecados del pueblo.

           Pero en el sacrificio único de Jesús, el perdón que obtuvimos es una sola vez y para siempre.

           Es por eso que los sacrificios antiguos solamente cubrían el pecado, pero el sacrificio de Cristo QUITÓ EL PECADO. Eso es lo que nos revelan a ese respecto el discípulo amado Lázaro en su libro llamado por error Juan 1:29, y el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 9:26.

           En el estudio “Tener, hacer y estar en pecado tres cosas completamente diferentes, aclaramos que Cristo no quitó nuestro pecado acción sino nuestra condición de pecadores ante los ojos de Dios. Por eso es que nos es revelado y confirmado en la carta a los Hebreos 8:12 y 10:17-18 lo siguiente concerniente precisamente al nuevo pacto en que vivimos delante de Dios, por lo que el verso 18 de la segunda cita dice: Y donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más ofrenda por el pecado.

           Al Cristo quitar nuestro pecado, entonces Dios no nos ve en pecado. Recordemos que el nuevo pacto cita las siguientes cláusulas:

        Leamos primero en la carta a los Hebreos 8:12 Pues seré propicio a las injusticias de ellos, y de los pecados de ellos de ningún modo me acordaré ya más. 13 Al decir nuevo, ha hecho anticuado al primero; y lo que está siendo hecho anticuado y volviéndose viejo, está cerca de la desaparición. Eso fue lo que ocurrió precisamente en el año 70, ese pacto temporero y defectuoso desapareció de delante d Dios para siempre.

        Leamos ahora lo que revela en la carta a los Hebreos 10:14 Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo santificados. 15 Y nos da testimonio también el Espíritu del Santo; porque después de haber dicho: 16 Este es el pacto que pactaré con relación a ellos Después de los días aquellos, dice el Señor: Dando leyes de mí sobre los corazones, es decir, sobre la mente de ellos las inscribiré, 17 y de los pecados de ellos y de las iniquidades de ellos de ningún modo me acordaré ya más. 18 Y donde hay remisión de éstas cosas, ya no hay más ofrenda por el pecado.
 

           Dios no tiene en memoria nuestras acciones pecaminosas de la carne ya muerta en la cruz en el sacrificio de Jesús como el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, pero del nuevo mundo o pacto del nuevo pueblo de Dios.

           Tengamos en cuenta que para Dios no existe pasado ni futuro, ¡Él vive en la eternidad! El Yo Soy es un presente eterno. El pasado y el futuro es algo que tenemos los hombres en nuestra humanidad, por eso es tan difícil para la mente que no ha renovado su entendimiento recibir el hecho, que cuando Dios nos perdonó en Cristo, fueron perdonados todos nuestros pecados... lo que llamas pasado, los que crees obrar en tu presente, y los que crees puedes hacer en el futuro. Lo que tú llamas pasado y lo que crees proyectar como futuro, TODO, absolutamente TODO, está siempre en el presente.

           Antes de la Cruz se debía pedir perdón continuamente, después de la cruz los perdonados por medio de la fe en Cristo, fuimos perdonados de todos nuestros pecados para siempre.

           Cada vez que un creyente pide perdón por sus pecados, está diciendo que no fue perdonado del todo y esto crea una incoherencia en cuanto a la realidad del perdón eterno que recibimos en Cristo Jesús.

           Lo que pasa es que para una mente no iluminada con el conocimiento del nuevo pacto, le parece aterrador no pedir perdón por sus acciones pecaminosas que aun tiene en la carne. No hacerlo le hace sentir mal delante de Dios, creyendo que al pedir perdón cada día está más limpio delante del Creador.

           Pero pedir perdón a Dios cada día por nuestras faltas no nos hace más limpios delante de Él, puesto que ya fuimos hechos limpios con una sola ofrenda, la ofrenda del cuerpo de Cristo, que nos hizo perfectos para siempre delante de Dios.

           Lo que debe hacer un creyente frente a sus acciones diarias pecaminosas muertas o separadas de Dios, es reconocer que son malas obras y alejarse de ellas, de no hacerlo, pues recibirá las consecuencias de practicar aquello que no conviene. No la condenación pues ya fue perdonado, sino la disciplina y azote en su vida por hacer algo que no está de acuerdo a su posición de hijo de Dios. Eso es lo que está revelando el apóstol Pablo en la porción de la carta a los Gálatas 6:7-10, que te dejo como un ejercicio.

           Pedir perdón es una acción muy linda, pero el nuevo pacto a lo que invita a todo ser humano es a creerle a Dios una vez en su vida, creyendo en la obra de Jesús Cristo ya realizó como su reconciliador y medio de justicia delante del Padre. Pero después de creerle a Dios sincera y genuinamente no debe estar pidiéndole perdón continuamente, si lo hace está dudando y haciendo afrenta o insultando al Espíritu de Gracia de que Dios le dio el perdón en Cristo, eso es lo que está revelando la carta a los Hebreos 10:29.

           De quien deberíamos buscar el perdón, es de las personas a las que ofendemos, algo que a veces no hacemos.

           Y aunque parezca raro, lo que deberíamos hacer es primero perdonarnos a nosotros mismos, porque el hecho que pidamos perdón a Dios diariamente, indica que no hemos creído como deberíamos creer, el perdón que el ya nos brindó, y si el ya nos perdonó como efectivamente lo hizo, pero seguimos pidiéndole perdón...LOS QUE NO NOS HEMOS PERDONADO, (o aceptado totalmente el perdón) SOMOS NOSOTROS A NOSOTROS MISMOS.

           Antes de la cruz se pedía perdón continuo bajo la siguiente declaración de merecimiento:, “Merezco el perdón de Dios por cuanto he perdonado a quienes me han ofendido”

           En otras palabras, pido el perdón de Dios porque lo merezco por mis obras. ¿No le suena esto al principio de la ley? Recordemos que Jesús en carne estaba sujeto a la ley.

           Después de la cruz no debemos pedir perdón a Dios diariamente bajo el principio que lo merecemos, diciendo que nosotros  también hemos  perdonado a nuestros ofensores.

           El apóstol Pablo, quien recibió el ministerio de aclarar a todos el misterio de Dios, como es revelado en la carta a los Efesios 3:8-10, nos aclara como debe ser el perdón a nuestros semejantes después de la cruz:

        Leamos a ese respecto en la carta a los Efesios 4:32 Y haceos unos para otros benignos, de buenas entrañas, (o compasivos) perdonando a vosotros mismos como Dios también os perdonó en Cristo.

        Leamos ahora en la carta a los Colosenses 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos a vosotros mismos, si alguien contra alguien tiene queja; como ciertamente el Señor os perdonó, así también vosotros.

       
¿Sí observas la diferencia? En la oración del Padre nuestro, oración que enseñó a sus discípulos Jesús en carne, lo que quiere decir, Jesús sujeto a la ley y antes de efectuar su sacrificio que pondría fin a la ley, se debía pedir perdón diario a Dios, colocando por delante la obra humana de haber perdonado a los que los habían ofendido.

           Pero en la aclaración paulina de cómo son las cosas después de la cruz, se nos dice que si alguien nos ofende, de la manera que Dios nos perdonó así también nosotros debemos perdonarle. ¿Aprecias verdaderamente eso que acabo de citar del apóstol Pablo? Si perdono como Dios me perdonó a mí, cosa que antes de yo manifestarme en carne y sangre ya había ocurrido, significa que de igual manera, totalmente y como si nunca hubiera recibido la ofensa es mi trato al ofensor.

           Antes de la cruz pedíamos perdón DECLARANDO QUE LO MERECÍAMOS porque nosotros habíamos perdonado, pero después de la cruz, PERDONAMOS A TODO EL QUE NOS OFENDE PORQUE DIOS YA NOS PERDONÓ EN CRISTO.

 

  1. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”

           La tentación antes de la cruz  era ideada  por las personas  como una acción ejercida por  poderes espirituales externos al hombre, como todavía muchos creen.

            El diablo, concebido como ser espiritual, era para los antiguos, el gestor de toda tentación en la que caía un humano, fuere hombre o mujer.

                 Esto viene como consecuencia de la mal interpretación del relato alegórico del libro de Génesis 3:1-13, donde se figura lo que luego es llamado el diablo y satanás, mediante la serpiente que tentó y engañó a Eva, como confirma lo escrito por el apóstol Pablo en la 1ra carta a Timoteo 2:14 y en la 2da carta a los Corintios 11:3. Esto sucede al interpretar que había una serpiente literal fuera de Eva, por no entender que era la característica de la “astucia” manifiesta en la mente de Eva, que le engañó.

                 Eso es lo que precisamente está planteando el anciano del ministerio de la circuncisión Santiago, cuando en su carta de Santiago 1:13-16 cuando dice lo siguiente: 13 Nadie, al ser tentado, diga que es tentado desde Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, y él a nadie tienta. 14 Más cada es tentado, arrastrado y seducido por la propia concupiscencia. 15 Luego la concupiscencia tras concebir, engendra pecado, y el pecado, tras ser consumado, da a luz muerte. 16 No erréis, amados hermanos de mí. Hasta Santiago estaba claro desde donde procede la actuación de todo lo que es llamado satanás o diablo.

                 Esta concepción de la tentación por parte de un ser externo que suponen nuestros amados niños en el conocimiento de Cristo de nuestros días, es en realidad la mente adversaria del primer humano Adán pasada a todos nosotros, la cual llegó hasta la cruz, presentándose delante de Dios. Eso lo vemos en el libro de Job 1:6 Y 2:1 que nos dice que un día se presentaron delante de dios sus hijos entre los cuales estaba satanás Job o la mente o conciencia adversaria de Job. La única forma de los hijos de Dios presentarse delante de Dios en los días antes de la cruz era por medio de la mente opuesta o enemiga a Dios. Ese satanás que probó a Job, fue su propia mente adversaria o satanás, que es lo que significa esa palabra. Por eso es que Job tomó todo lo sucedido como viniendo de Dios.

                Como todos los seres creados están sujetos al poder del Creador, entonces las personas en el antiguo pacto pedían a Dios que no los dejara entrar en tentación, lo cual quiere decir que le pedían no permitiera que mente satanás o adversaria a Dios no los metiera en tentación. Eso es precisamente lo que le está recordando a Israel el anciano Santiago en su carta de Santiago 1:13-16 que cite anteriormente.

                Un verso mal interpretado desde ese punto es lo citado cuando Jesús dijo a Pedro: Simón, Simón, mira que satanás reclamó a vosotros para zarandear como al trigo; 32  yo, empero, rogué por ti para que no desfallezca la fe tuya; y tú, cuando te conviertas, fortalece a los hermanos tuyos, que registra el libro según Lucas 22:31-32.

                Observen con cuidado que  esta declaración de Jesús nos hace entender que en su tiempo (los días de Cristo en la carne y antes de la cruz) se consideraba que la tentación ocurría en la mente adversaria o enemiga (lo que significa la palabra astas) de la persona, mente que podía ser sujetada por Dios para que no tentara más allá de su fuerzas a aquel que se lo pedía a Dios en oración.

            Leamos bien, porque cuando llegó el momento de esa prueba, la cual ocurrió en el jardín de Getsemaní del monte de los olivos, Jesús les dijo dos cosas que resumen estas palabras, registradas en el libro según Mateo 26:31 que dice Entonces les dice Jesús: Todos vosotros sufriréis tropiezo en mí en la noche esta porque ha sudo escrito Heriré al pastor, y serán dispersas las ovejas del rebaño. Fíjate que ocasionaría el tropiezo o entrar en tentación en sus mentes carnales. El tropiezo que sufrieron fue en sus mentes carnales.

                 La segunda cita se encuentra en el mismo libro según Mateo 26:40-41, cuando después de pedirle a Pedro, Juan y santiago que le acompañaran mas de cerca que el resto de los discípulos presentes, le dice de acuerdo al verso 38 El alma de mí está sobremanera triste hasta la muerte; permaneced aquí y velad conmigo. Cuando Jesús regresa de su primera petición en oración al Padre, regresa a los tres apóstoles que le acompañaban y los encuentra durmiendo y entonces les dice la palabras de los versos 40-41 que dicen: 40 Y viene a los discípulos y les encuentra durmiendo, y dice a Pedro: ¿Así que no tuvisteis fuerzas por una sola hora velar conmigo? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; es cierto que el Espíritu está animado, más la carne débil. El “Espíritu animado” era la mente Cristo en Jesús, la carne débil era la mente satanás o carnal en los discípulos.

                La cita que acabo de citar que dice: “Velad y orad, para que no entréis en tentación…” del libro según Mateo 26:41, se encuentra en los libros según Marcos 14:38 que dice: “Velad y orad, para que no vengáis en tentación; el espíritu, sí está animoso, mas la carne débil” y Lucas 22:40,46 que dice: “…Orad que no entréis en tentación”.

                Tengamos en cuenta este paralelo: La oración del Padre nuestro pide de acuerdo al libro Mateo 6:13 “no comiences a llevarnos a tentación”; en el libro según Lucas 11:4 “no metas a nosotros en tentación  Jesús dijo a sus discípulos: “Para que no vengáis en tentación” y “Velad y orad para que no entréis en tentación”.

            Mire las cuatro expresiones claves: LLEVARNOS A, METAS A NOSOTROS, VENGÁIS EN, y ENTRÉIS EN. 

o       No comiences a llevarnos a tentación” significando que en Dios reside el poder de que seamos llevados en la naturaleza carne a eso, porque esa naturaleza fue formada en esa debilidad. Por eso vemos en el ejemplo de Job, que el Señor le da por así decirlo permiso a la mente o conciencia Job satanás, lo que el apóstol Pablo llama “18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el hacer querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado (o adversario) que mora en mí. 21 Así que hallo esta ley: que el mal (o adversario al Espíritu) está en mí. ” De nuevo en el verso 22 declara: “22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mente, (la mente Cristo) y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”. La carne o satanás o adversario que se opone al Espíritu o Cristo, lo cual podemos leer en la porción de la carta a los Romanos 7:18-25. Job no le atribuyó a una manifestación espiritual fuera de él lo que le sucedió, por el contrario, se lo atribuyó a Dios mismo, por lo que en el libro de Job 1:20-22 dice lo siguiente: “20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 21  y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. YHWH dio, y YHWH quitó; sea el nombre de YHWH bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”. También dijo a su mujer de acuerdo a la cita 2: 10 “Y él dijo: Como suelo hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios”. De acuerdo a la cita 42: 3 Job declara: “¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; (como sigue sucediendo con muchos de los niños en el conocimiento de Cristo) cosa demasiado maravillosa para mí, que yo no comprendía”. Finalmente, en la cita 42:11 se nos dice de sus hermanos y hermanas y conocidos de Job, que cuando finalmente comprendieron: “Y vinieron a él (a Job) todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron don él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que YHWH había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de moneda y un anillo de oro”. La expresión “no metas a nosotros en tentación”, significa lo mismo. 

o       Las otras dos expresiones: Para que no vengáis en tentación” y “Velad y orad para que no entréis en tentación”. Muy claramente nos describe que es la acción propia de esa naturaleza o mente carnal, no una influencia externa, sino la propia concupiscencia de animal humano. Eso es lo que está declarando muy clara y certeramente el anciano Santiago del ministerio de la circuncisión en su carta de Santiago 1:13, “Dios no tienta a nadie”, es de la propia mente satanás o adversaria al Espíritu de donde proceden las cosas en cada individuo. Tanto antes como después de la cruz Dios inclusive le pone límite hasta donde ser tentado por esa mente adversaria ya sometida a la impotencia por la obra de Cristo en Jesús, Lo vemos antes de la cruz en el ejemplo de Job que acabamos de considerar, y después de la cruz en lo que nos revela el apóstol Pablo a ese respecto en la 1ra carta a los Corintios 10:13 cuando dice: “No ha sobrevenido una tentación a vosotros que no sea humana; fiel empero es Dios, que no permitirá a vosotros ser tentados sobre lo que podéis, más hará con la tentación también la salida para que podáis soportar”. Por eso en el Padre nuestro se pedía “No nos metas en tentación” o dicho en otras palabras “No permitas que la maldad que habita en mi mente carnal me tiente o lleve a hacer el mal que no quiero”, como declara el apóstol Pablo en la porción de la carta a los Romanos 7:15.    

           ¡Después de la cruz las cosas son diferentes! Cristo o imagen visible de Dios no está fuera de nosotros, sino que habita dentro de nosotros y si la mente o conciencia Cristo está despierta en nosotros, desde ella tenemos el poder para controlar la mente carne egocéntrica. 

           Primero, “el diablo”, palabra que significa “acusador o calumniador”, para referirse a “la mente o conciencia adversaria o humana animal” que nos acusaba y mantenía muertos o separados de Dios, fue reducido a la impotencia en la muerte de Jesús, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 2:14, por eso revela el apóstol Pablo de igual manera en la carta a los colosenses 2:9-15 lo siguiente: 

o       9 Pues en él habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente, 10 y estáis completos en él, el cual es la cabeza de todo principado y potestad, 11 en quien también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, por el despojarse del cuerpo de la carne, en la circuncisión de Cristo, 12 sepultados con él en el bautismo, (el bautismo de su muerte) en quien también fuisteis resucitados mediante la fe de la actuación de Dios que le levantó procedente de los muertos; 13 y a vosotros estando muertos en los delitos y en la incircuncisión de la carne de vosotros, os con vivificó con él, perdonándoos (en griego la palabra “kharisámenos” que significa literalmente “favor por gracia”) todos los delitos; 14 cancelando el pagaré contra nosotros que nos era hostil, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz; 15 despojando a los principados y a las potestades, los exhibió en público al triunfar sobre ellos en ella (es dice, sobre la cruz) 

           Muy a la ligera han interpretado que esos “principados o príncipes de ese viejo mundo que no conocieron la revelación, como es revelado en la 1ra carta a los Corintios 2:8; y potestades o poderosos” a los que hace alusión el apóstol Pablo se refiere a malignidades espirituales externas. Pero en realidad el apóstol Pablo está hablando de los príncipes de la ley, de los poderosos que tenían inclusive poder sobre la existencia de aquellos a quienes juzgaban, eran los gobernadores de las tinieblas, por causa de la ignorancia del conocimiento de Cristo que había en ellos, eran las huestes de maldad en las regiones celestes de ese “presente siglo malo” en los días del apóstol Pablo, como también los describe en la carta a los Efesios 6:12. ¿Quieres un ejemplo de uno de esos príncipes? Te invito a leer en el libro de los Hechos 23:1-5. ¿Lo aprecias? 

           Si no lo fue antes de la cruz, menos en este tiempo después de cumplidas todas las cosas en Jesús, podemos creer que en este Nuevo Pacto, la tentación de los animales humanos sea por parte de seres espirituales externos. 

           Entonces, después de la cruz ¿de dónde vienen las tentaciones? 

           Santiago y Pablo nos dan la respuesta. 

o       Primero te daré la cita del apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 10:13 que di anteriormente que dice: “No ha sobrevenido una tentación a vosotros que no sea humana; fiel empero es Dios, que no permitirá a vosotros ser tentados sobre lo que podéis, más hará con la tentación también la salida para que podáis soportar”.  

           Ahora te citaré de nuevo la de la carta a Santiago 1:13-16 que dice:  

o       13 Nadie, al ser tentado, diga que es tentado desde Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, y él a nadie tienta. 14 Más cada es tentado, arrastrado y seducido por la propia concupiscencia. 15 Luego la concupiscencia tras concebir, engendra pecado, y el pecado, tras ser consumado, da a luz muerte. 16 No erréis, amados hermanos de mí.  

           La tentación después de la cruz, al igual que antes de la cruz no viene de ningún agente externo, toda ella proviene de nuestra propia humanidad. Si has leído a todos los escritos de los jueces y profetas, observarás que ellos nunca le atribuyeron el mal andar de Israel a agentes espirituales externos, sino a la cabeza dura o mente adversaria a Dios del comportamiento de los israelitas. ¡Anda, verifícalo! 

           En el Padre nuestro se pedía a Dios: No nos metas en tentación, pero después de la cruz no tiene sentido pedir de esa manera, por cuanto ahora tenemos la mente de Cristo morando en nosotros y esa mente no es influenciada por la mente adversaria, sino es la que la puede gobernar. 

           Lo que hay que tener claro es que aunque toda tentación es humana como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 10:13, tenemos de parte de Dios la salida. ¿Sabes por qué? Porque ahora tenemos el Espíritu Santo o mente o conciencia Cristo morando en nosotros, para soportar y vencer el embate de los deseos de la carne de donde proceden todas las tentaciones. 

           Ya Dios nos proveyó permanentemente la herramienta para vencer las tentaciones de nuestra concupiscencia, dicha herramienta es el Espíritu Santo o mente de Cristo en nosotros.  

           Recordemos que los deseos del Espíritu son contra los deseos de la carne, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 5:17; la mente o conciencia Cristo se opone a la mente o conciencia adversaria humana, para que no hagamos lo que esa naturaleza de pecado ya reducida a la impotencia para siempre, quiere. Recuerda amados, somos Espíritu perfecto en Cristo teniendo una experiencia humana; no humanos queriendo tener una experiencia espiritual. Recuerda las palabras de Cristo en los días de su carne: Lo nacido procedente de la carne, es carne; más lo nacido procedente del Espíritu, es Espíritu. 

           Dios ya nos libró de la tentación, no para que no seamos tentados como se pedía en el Padre nuestro antes de la cruz, sino porque ya puso su presencia en nosotros y tenemos de parte de Él el poder para soportar y vencer las tentaciones, las cuales siempre han procedido de la carne y que ahora siguen procediendo de nuestra humanidad. 

           No pidamos a Dios que nos libre de las tentaciones, creamos y reconozcamos que Él ya lo hizo al poner en nosotros su Simiente Santa, el Espíritu o mente Cristo, y simplemente venzamos esas tentaciones que afloran cada día de nuestra humanidad o naturaleza de pecado muerta o separada de Dios para siempre; porque pedir que nos libre, es eludir nuestra responsabilidad de vencer sabiendo que tenemos de parte de Dios todo para vencer. 

           Por ultimo. Al final del Padre nuestro se pide a Dios que nos libre del mal y en reino de Dios en el cual estamos trasladados en la mente Cristo que habita en nosotros no habita el mal. 

           Por eso revela el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 1:3-4 que fue de gran consolación a los hermanos de eso días finales de ese pasado siglo malo que culminó en el año 70: 3 Gracia y paz a vosotros de parte de  Dios Padre de nosotros, es decir, del Señor Jesús Cristo, 4 el que a sí mismo dio en pro de los pecados de nosotros, a fin de librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad del Dios y Padre de nosotros.

           El apóstol Pablo enseña de acuerdo a la cita anterior, que Cristo se dio a sí mismo por nuestros pecados, por nuestra naturaleza adversaria a él, para LIBRARNOS DEL PRESENTE SIGLO MALO. 

            Cristo no se va a volver a dar en sacrificio, el ya se dio una vez para siempre... ¡Entonces Él ya nos libró del mal! 

           El que está en Cristo ya fue librado del mal, somos guardados por Él y el maligno o mente adversaria que mora en nosotros, nuestro viejo hombre o vieja conciencia, no nos toca, como declara la carta del discípulo amado Lázaro, llamado en error 1ra carta de Juan 5:18. 

           Citemos el famoso salmo 91 

Salmo 91:1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente.  Diré yo a YHWH: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.  Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad.  No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,
Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.  Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.  Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a YHWH, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.  Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.  Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.  Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.
 

           El hecho de morar al abrigo del altísimo nos asegura, ser librados del mal. 

           Pedir que nos libre es negar que habito en Él y vivo en Él. 

           No pidamos algo que ya es un hecho, eso sería dudar, más bien demos gracias porque nos ha librado totalmente del mal... ¡ESO ES FE CONSUMADA!  

  1. Conclusión

           La oración antes de la cruz  tenía una característica, estaba llena de peticiones EN FE ESPERANZA.  

           La oración después de la cruz tiene una característica, esta llena de acciones de gracias porque la fe ya fue consumada en Cristo, como podemos observar leyendo en las cartas a los Romanos 1:8; en 1ra carta a los Corintios 1:4 ; a los Efesios 1:16, 5:20; a los Filipenses 1:3-4, 4:6; a los Colosenses 1:3-12, 3:1, 4:2: en 1ra carta a los Tesalonicenses 1:2. 2:13, 5:18; en la 2da carta a los Tesalonicenses 2:13; en la 1ra carta a Timoteo 1:12, 2:1; en la 2da carta a Timoteo 1:3 y en la carta a Filemón 1:4.  

           En la oración del Padre nuestro no vemos ninguna acción de gracias, ella esta cargada de peticiones. 

           Después de la cruz, las cartas que nos legara de sus enseñanzas el apóstol Pablo, nos muestran que la oración siempre deben llevar el ingrediente de la acción de gracias... aun en las peticiones. 

           El apóstol Pablo nos recomienda en la carta a los Filipenses 4:6 Por nada os inquietéis, sino que en todo con oración y petición con acción de gracias, las demandas de nosotros sean dadas a conocer a Dios. 

           En la 1ra carta a Timoteo 2:1 nos enseña: Exhorto, pues, primeramente de todas, las cosas a que sean hechas peticiones, oraciones, intercesiones, acciones de gracias, en pro de todos los humanos. 

           Antes del “consumado es” en la cruz, a Dios simplemente se le pedía, después del sacrificio que no reconcilió con Dios, a DIOS SE LE DA ACCIÓN DE GRACIAS POR TODO LO REALIZADO Y DADO A NOSOTROS EN HERENCIA. 

           ¿Cómo es esto? Muy sencillo. 

           Este ejemplo les va a ilustrar: Antes del calvario diríamos: “Señor por favor perdona mis pecados”. Pero después de su magna obra decimos: “Señor gracias por haber perdonado nuestros pecados”. 

           Otro ejemplo: Antes diríamos: “Padre ten compasión y sáname”. Ahora decimos “Padre gracias por sanarme”. 

           Cuando estamos enfermos y decimos “Señor Jesús Cristo gracias por sanarme” estamos declarando la sanidad ya obrada por Cristo en la sangre derramada en Jesús, por lo que damos gracias por ella... ¡Eso es andar en las obras preparadas de antemano con acción de gracias! 

           En la oración del Padre nuestro se pide, pero nunca con acción de gracias ¿Por qué? Porque aún no se había efectuado la obra redentora que nos otorgó todos los magníficos beneficios de Dios. El reino sólo se había acercado; ahora está dentro de nosotros. 

           Después de la cruz ya Dios nos entregó todo en Cristo, todo es nuestro en Él, por eso nuestras peticiones deben ser hechas siempre con acción de gracias y no como simples peticiones. 

           De esta manera, aunque el Padre nuestro fue una hermosísima oración para su tiempo, en nuestro presente, que es Cristo resucitado y glorificado, esta oración está completamente descontextualizada. 

           Oremos a Dios, no guiados por  la letra del Padre nuestro, sino bajo la guía del Espíritu o mente Cristo que habita en nosotros, PORQUE NO SERVIMOS BAJO EL RÉGIMEN DE LA LETRA SINO BAJO EL RÉGIMEN DEL ESPÍRITU. 

Le invitamos a que ame el conocimiento de la palabra de Dios y lo busque a través del estudio concienzudo de la Escritura. Esperamos sus comentarios e inquietudes para que nos edifiquemos mutuamente. 

Gracia y Paz 

 Un millón de gracias. Seguimos completos y perfectos en Cristo para siempre

 

COMUNIDAD CRISTIANA JESÚS CRISTO GRACIA Y FE

JAIME HUMBERTO PÉREZ SALAZAR

Ministro del Nuevo Pacto

TEL. 313-7411192 y CEL. 3155327797

 

¡GRACIA Y PAZ PARA TU VIDA!

 

 

 

¡ABBA Cristo!

 

 

MINISTERIO RECONCILIACIÓN EVANGELIO DE LA GRACIA - (MREG)

 

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