LA GRACIA ES FUNDAMENTO DE LA NUEVA JERUSALÉN

En los nuevos cielo y tierra, Ramón Cristo (Isaías 53:10)


 

En la vestidura visible, Yo Soy Ramón Urbáez, Sobre-Edificador por la gracia de Dios, sobre el fundamento Cristo puesto por el apóstol Pablo, 1ra carta a los Corintios 3:10. Hermano en la común fe, a todos los santos ya bendecidos en la simiente de Abraham, la cual es Cristo, carta a los Gálatas 3:8, 9 y 16; con toda bendición espiritual, carta a los Efesios 1:3; trasladados y sentados en los lugares celestiales, y hechos perfectos con un sólo sacrificio para siempre, carta a los Hebreos 10:14. Gracia y paz a cada uno de vosotros de Dios nuestro Padre y Señor, Jesús Cristo.  El propósito de este estudio, es que los santos, dioses, reyes y señores que están en la tierra,  entiendan y crezcan en todas las cosas espirituales, la sabiduría de Dios en misterios, la sabiduría oculta y predestinada, preparadas para nuestro peregrinar y reinar en vida en este planeta desde antes de los siglos, conforme nos revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 2:6-9, la porción del cuerpo Espíritu del cual Jesús Cristo es la cabeza, su siempre servidor, Ramón Cristo.

Que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio (sobreedificado) de Cristo.

 Carta a los Colosenses 4:3


Al comenzar este estudio os invito que me acompañen a leer lo que revela el apóstol Pablo en la porción de la carta a los Gálatas 4:21-27 que dice:

21 Decidme, los que bajo ley queréis estar, ¿la ley no oís? 22 Porque ha sido escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno procedente de la criada y uno procedente de la libre. 23 Pero el procedente de la criada ha nacido según carne; y el procedente de la libre, mediante la promesa. 24 Las cuales cosas son dichas en alegoría; porque estas son dos pactos; uno por cierto de monte Sinaí que da a luz para esclavitud, la cual es Agar. 25 Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia; y corresponde a la Jerusalén de ahora, porque está en esclavitud con los hijos de ella. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre, la cual es madre de nosotros; 27 porque ha sido escrito: Alégrate, estéril, la que no da a luz, prorrumpe en júbilo y da voces, la que no tiene dolores de parto; pues muchos más son los hijos de la yerma que de la que tiene marido.

Al leer la porción anterior os he subrayado varias palabras que al repetírnosla se explican por sí solas sin mayor explicación. En Abraham el padre de una multitud, nos fue mostrado en alegoría, el propósito de Dios para con todos nosotros que somos los hijos de la promesa ya cumplida o consumada en Cristo una vez y para siempre. Dado que como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:46 Primero es lo natural y luego lo espiritual; primero vino lo natural, figurado en la alegoría por la mujer Agar, la criada y esclava, que correspondió con la casa de Jacob, que recibió el pacto de la ley de Moisés en el monte Sinaí.

En cambio, nosotros los llamados en Cristo, la simiente de Abraham que vino a salvar su pueblo, que vino a reconciliar su nación o cuerpo consigo mismo, que es lo que significa el nombre Jesús. Todos nosotros los que componemos la Iglesia de todos los tiempos, somos la verdadera nación de Israel que le fue prometida a Abraham, pero el Israel espiritual o de Dios que revela el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 6:16.

A esa nación, conforme fue profetizado por el profeta Isaías 56:5 se le dijo que le daría un nombre mejor que el de hijos e hijas, nombre que sería perpetuo o para siempre; en Isaías 62:2 se le profetizó que le sería puesto un nuevo nombre, que la boca del Señor nombraría, y en Isaías 65:15 se le profetizó que dejarían el nombre Israel por maldición a causa de los escogidos, y el Señor mataría o separaría de delante de él a ese nombre, y nombraría su nación, de la que ellos eran una alegoría, por otro nombre.

Ese nuevo nombre de la simiente del Mesías o Cristo también fue profetizado por el profeta Isaías 53:10 cuando dice, que cuando el Cristo manifestado en sangre y carne haya puesto su vida en expiación por el pecado, entonces vería linaje o hijos. Por eso nos es revelado por el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 3:15 que de él toda la parentela o familia de Dios recibe nombre, lo que ahora en tiempo moderno llamamos, apellido. Por eso es que muy temprano, el apóstol, le enseñó esa revelación a la porción de la Iglesia que se congregaba en Antioquia, llamarse CRISTIANOS O DEL NOMBRE CRISTO, lo cual puedes comprobar leyendo en el libro de los Hechos 11:26. Recuerda, nombre en ese aspecto es lo que ahora en tiempo moderno llamamos apellido.

Cuando se referían a Isaac en aquellos días, lo llamaban Isaac el hijo de Abraham. En el caso de Jacob, él era llamado Jacob el hijo de Abraham porque Abraham era el padre de la familia. Ahora usamos un apellido para referirnos al padre original de nuestra familia. Por ejemplo en lo natural o en mi vestidura visible, que es lo mismo que sangre y carne, yo soy Ramón Urbáez, porque el apellido Urbáez me ata a mí y a todos los miembros de la familia que han venido y que continúen viniendo, con el padre original de nuestra familia que le puso ese nombre o apellido.

Ahora, en el conocimiento de esta revelación, en Espíritu o en Jesús Cristo el Señor y Padre de la familia de Dios, aunque como ciudadano celestial o espiritual yo soy ciudadano de la Jerusalén de arriba, o sea, que yo soy un hijo de Dios, en mi identidad yo soy Ramón Cristo, porque yo soy producto de él. Veamos lo que revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 12:22 sobre este respecto: 22 sino que os habéis acercado a Sion, monte y ciudad de Dios vivo, Jerusalén celestial y miríadas de ángeles, 23 asamblea e iglesia de primogénitos inscritos en el censo en los cielos, y a Dios Juez de todos, y a espíritus de justos que han sido hechos perfectos.

Conforme a la revelación de los misterios que estuvieron escondidos por las edades y que nos fueron dados a conocer por medio del evangelio, el apóstol Pablo nos revela que lo segundo o último, es mejor que lo primero; que lo último corresponde a lo espiritual o realidad, mientras que lo primero corresponde a lo natural y pasajero. Eso es lo que nos revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:46 cuando dice que primero es lo natural y luego lo espiritual.

Por ejemplo, el nuevo pacto es superior que el antiguo pacto. El sacerdocio de Melquisedec es superior al sacerdocio de Leví. El cordero de Dios que quitó el pecado del mundo es superior que los millares y millares de sacrificios de ovejas, toros, etc., que sacrificó la ley. La Jerusalén de arriba es superior a la Jerusalén que hubo abajo delante de Dios hasta el año 70. El monte Sion es superior al monte Sinaí donde Moisés recibió las tablas de la ley. El último Adán es perfecto o celestial y es un Espíritu de vida, y es superior que el primer Adán, que es pasajero o terrenal y es un alma viviente que produjo la muerte o separación de todos los hijos de Dios.

Así podemos continuar en una lista interminable que se resume con lo revelado por el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 7:19, nada perfeccionó la ley. En cambio, en la misma carta a los Hebreos 10:14, el apóstol Pablo nos revela que Cristo con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo santificados. ¡Qué contraste, mis amados! Mientras la ley por medio de grandioso e impresionante record de sacrificios delante de Dios nunca perfeccionó nada, Cristo o Dios en Jesús, con un solo sacrificio lo perfeccionó TODO.

La Jerusalén de abajo tuvo su comienzo delante de Dios después que vino el pacto de la ley de Moisés y fue dejada por anatema o maldición, por causa de los escogidos, como leímos anteriormente en el libro del profeta Isaías 65:15,  cuando se cumplió la última tilde de la ley, lo cual ocurrió en el año 70. Pero os pregunto: ¿Cuándo comenzó la manifestación en esta dimensión de la Jerusalén de Arriba o Nueva Jerusalén? La respuesta es sencilla, comenzó cuando entró en su plenitud el nuevo pacto de la gracia, cuando se terminó el período de transición entre los dos pactos. Debemos siempre recordar, que la gracia nos fue dada en Cristo, y cumplida luego por medio de Jesús, desde antes de las edades o creación relativa, como revela el apóstol Pablo en la 2da carta a Timoteo 1:9.

Esa es la antesala a que nos está introduciendo el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 8:13, cuando revela que el pacto en Moisés estaba a punto de desaparecer delante de Dios en esos postreros días, para darle paso a lo nuevo, a lo último, a lo inconmovible, al pacto de la gracia de Dios en Cristo Jesús, que es desde antes de las edades, como os dije anteriormente que reveló el apóstol Pablo, cuando lo escribió en la 2da carta a Timoteo 1:9.

Esa Nueva Jerusalén o Jerusalén de Arriba, es la ciudad con fundamento cuyo artífice y hacedor es Dios, que esperaban Abraham y todos esos amados de la fe, que nos es revelado en el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. Pues esa ciudad conforme al propósito de Dios para con nosotros en este orden relativo y temporal, comenzó cuando en Cristo entramos a nuestra nueva conciencia o mente de Cristo. Cuando pasamos de la vieja creación en Adán, el alma viviente ya reducida a la impotencia que nos revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 2:14, al último Adán o nuevo hombre en Cristo creado según Dios, que reveló el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 4:24, que es un Espíritu vivificante o Espíritu de vida eterna, como revela de igual manera el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:45.

Para los que tienen la mente de Cristo, es bien claro y simple entender, lo que el apóstol Pablo está revelando cuando declara que en Adán, el alma viviente o naturaleza carne o de pecado, todos mueren o están separados de la mente de Cristo o de Dios en el Espíritu. Es que Dios siempre ha sido Espíritu, y nosotros en la imagen terrenal Adán, hemos participado de una naturaleza satanás o adversaria al Espíritu. Por eso estábamos muertos o separados de Dios o del Espíritu, hasta que Cristo el Espíritu Eterno mediante la ofrenda de su cuerpo terrenal, nos reconcilió consigo mismo en el Espíritu de nuevo para siempre.

Pero continúa revelando el apóstol Pablo, que aunque en Adán todos los miembros del cuerpo de Cristo fuimos muertos o separados de Dios, en la ofrenda perfecta de Cristo todos esos mismos miembros del cuerpo Cristo o Iglesia como él nos llama, fuimos de igual manera vivificados, como también revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:22.

El problema ha sido y es, que desde el año 70 cuando se cumplió la última tilde de la ley en adelante, el sistema religioso o sistema de guardería infantil espiritual, ha enseñado erróneamente siempre a los niños en Cristo, que los hijos de Dios todavía continúan muertos en sus delitos o transgresiones, lo que el apóstol Pablo llama en la carta a los Hebreos 6:1 obras muertas; así como en sus pecados o naturaleza carne o naturaleza adversaria o terrenal. Por eso muchos hijos de Dios se comportan sin diferenciarse de los esclavos.

Pero la responsabilidad de esta fase del ministerio de la reconciliación según nos fue dado por Cristo a través del apóstol Pablo, es educar con la verdad del evangelio. Al apóstol le fue dado poner el fundamento, pero no sobre-edificar sobre ese fundamento; lo cual él profetizó que vendrían otros a realizar esa labor. Por eso, en el ministerio continuado de la reconciliación, tenemos la responsabilidad de informar por medio del evangelio de la gracia que le fue dado al apóstol Pablo a todos los hijos de Dios, que ya fueron reconciliados con Dios una vez y para siempre mediante una sola ofrenda perfecta por Cristo en Jesús en el año treinta y tres y medio de esta edad eterna del nuevo pacto en Cristo.

Los hijos de Dios en este pacto tienen que conocer que están vivificados en el Espíritu; porque Dios nos dio vida a todos sus hijos aún cuando estábamos muertos en delitos y pecados, mediante la ofrenda perfecta del Cordero de Dios conocido como el hombre judío Jesús, que quitó el pecado del mundo de los hijos de Dios para siempre. Eso es lo que está revelando el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 2:1.

Por tanto amados la Jerusalén de Arriba o Nueva Jerusalén es la ciudad de los espíritus vivificados en Cristo una vez y para siempre. En esa nueva ciudad ninguna alma viviente o animal o fiera de la vieja creación o cosa inmunda puede entrar como declara el libro de Apocalipsis 21:27. Por eso declara la cita 22:3 de Apocalipsis que en esa ciudad no hay más maldición, todas las cuales comenzaron en Adán

Por eso también declara el mismo libro en la cita 22:5 que en esa ciudad noche no habrá ya, y no tienen necesidad de luz de lámpara y luz de sol, pues el Señor Dios iluminará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.  Y de nuevo sobre esa ciudad revela la cita 22:15 ¡Fuera los perros y los hechiceros y los fornicarios y los homicidas y los idólatras y todo el que ama y hace mentira!

Continúa revelando el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:49 que en Adán portamos la imagen del terrenal; pero en Cristo, declaraba él por causa de la ley todavía vigente que le daba poder a la naturaleza de pecado, porque todavía la ley o antiguo pacto en Moisés no había caducado totalmente cuando escribió estas palabras, dijo: portaremos la imagen del celestial. Pero luego del antiguo pacto llegar a su fin en el año 70 como sabemos, por la manera de pensar de la mente Cristo que tenemos, sabemos que portamos la imagen del celestial.

Por tanto amados, todos los que portamos la imagen del celestial somos los que componemos los ciudadanos de la Jerusalén de Arriba o Nueva Jerusalén, eso es lo que revela el apóstol Pablo en la carta a los Filipenses 3:20.  Somos ciudadanos celestiales o terranautas como lo llamo en forma moderna, pues vivimos en este orden como embajadores, porque somos ciudadanos de una nación diferente a la de los terrenales.

Volvamos a leer lo que revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 12:22 sino que os habéis acercado a Sion, monte y ciudad de Dios vivo, Jerusalén celestial y miríadas de ángeles, 23 asamblea e iglesia de primogénitos inscritos en el censo en los cielos, y a Dios Juez de todos, y a espíritus de justos que han sido hechos perfectos.

Fijaos en todos los nombres sinónimos que nos son dados en esa porción conforme a la revelación de misterios. Se nos llama monte Sion y ciudad de Dios vivo en oposición a monte Sinaí con su ciudad terrenal. En la Jerusalén de abajo los hijos estaban en esclavitud y muertos o separados de Dios, siendo esclavos no podían ser sus mensajeros o ministros como pueblo, por eso tenían un sacerdocio que nada perfeccionó.

En cambio, nosotros somos miríadas de ángeles o mensajeros, ya que somos los ministros de fuego y los espíritus hechos perfecto en Cristo. Nosotros somos la asamblea o Iglesia formada de una familia donde todos los hijos somos primogénitos, ya que todos fuimos reconciliados o engendrados en lo visible como hijos amados de Dios en un solo día, que fuimos inscritos o gravados como cuerpo de Cristo, el Árbol de Vida en un solo día.

Sí amados, como Espíritu vivificado en Cristo, ya todos estamos inscritos en los cielos, en otras palabras, somos los miembros visibles de su cuerpo espiritual aunque estemos participando de sangre y carne en peregrinación, por causa de su propósito.

Debemos recordar, que al estudiar el evangelio, pero el evangelio del cual el apóstol Pablo no se avergonzaba y que Cristo nos reveló por medio de él, como el declara en la carta a los Romanos 1:16, debemos acomodar lo espiritual a lo espiritual como también nos aconseja el apóstol Pablo, en la 1ra carta a los Corintios 2:13.

Veamos pues, una figura de lo que significaba en Israel un hijo primogénito, para que entendamos lo que significa ser un primogénito de Dios. Para eso, os invito a leer en el libro de Número 3:40. Conforme a lo informado en esa cita, cuando en Israel nacía el primer hijo de la familia, lo inscribían en el libro de genealogía como cabeza de la familia luego del padre, libro Número 3:40. ¿Sabes por qué ya somos la Nueva Jerusalén? Porque ya estamos inscritos en los cielos y en ese libro nadie te puede ni incluir ni borrar. Tu nombre o membrecía como miembro del cuerpo de Cristo fue escrito por gracia y no por mérito u obra de justicia propia, desde antes de la formación de la vieja naturaleza Adán.

El apóstol Pablo revela en la carta a los Gálatas 4:26 que la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Nosotros estamos vivificados en el Espíritu desde que fuimos reconciliados, desde que Cristo nos rescató y nos hizo libres. Esa cita no dice que va a ser libre cuando creamos, sino que dice que nuestra madre que es la Jerusalén de arriba es libre, y la Jerusalén de arriba es la Iglesia. Dios es nuestro Padre y nos dio por gracia el regalo de la fe, la cual figuró en Abraham al llamarlo el padre de la fe.

Nos revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 11:8-10 lo siguiente: 8 Por fe, Abraham siendo llamado, obedeció para salir al lugar que iba a recibir por herencia, y salió no entendiendo a dónde iba. 9 Por fe habitó como extranjero en tierra de la promesa como ajena morando en tiendas con Isaac y Jacob los coherederos de la misma promesa; 10 porque aguardaba la ciudad que tiene los fundamentos, de la que Dios es el artífice y hacedor.

Fíjense que Abraham obedeció por fe y no sabía a dónde iba. En cambio, nosotros recibimos la misma promesa pero ya cumplida, y sabemos a diferencia de nuestro padre Abraham, no sólo a donde vamos, sino que sabemos de donde hemos venido.

Por fe Abraham también habitó en la tierra de la promesa como un extranjero morando en tiendas. Nosotros de igual manera, aunque estamos ya en la tierra de la promesa en el Espíritu Cristo, al igual que Abraham, habitamos en tiendas o tabernáculos de barro temporeros en peregrinación, por causa del propósito de Dios en este orden visible, que ni es el reino de Dios y donde tampoco está asentada la ciudad de Dios.

También nos revela el apóstol Pablo que Abraham moró en una tienda o tabernáculo temporero, como sucedió de igual manera con Isaac y con Jacob, que eran coherederos de la misma promesa, lo que nos dice que Isaac y Jacob recibieron la misma herencia que Abraham. Finalmente nos revela la cita, que Abraham aguardaba la ciudad que tiene los fundamentos, de la que Dios es el artífice y hacedor. Fijaos en las cinco palabras que os he subrayado. Cuando el apóstol Pablo escribió esas palabras dijo que Abraham aguardaba la ciudad que tiene, los fundamentos.

En ese momento de la cita ya la ciudad tenía los fundamentos, palabra que está en plural. También nos es revelado que la ciudad estaba sobre los fundamentos de apóstoles, palabra que también está en plural. Creo que debes preguntarte ¿por qué están ambas palabras en plural? La respuesta es bien sencilla. Hubo dos apostolados diferentes, por eso habla de apóstoles en plural. En segundo lugar, porque cada apostolado puso fundamento conforme al ministerio que representaba.

Primero había sido colocado el fundamento de arrepentimiento por medio del apostolado de la circuncisión por el apóstol Pedro junto al resto de sus compañeros, fundamento, que los amados hermanos de las primicias de la Iglesia son llamados a dejar conforme a las instrucciones de Cristo a través del apóstol Pablo, el administrador de la gracia o nuevo pacto, conforme nos revela la cita de la carta a los Hebreos 6:1 que él escribió.

Fundamento”, es la palabra en español de la traducción de la palabra griega “themélion”. Pues el fundamento de esa ciudad, es estable y no puede ser sustituido por otro. Ya tiene el edificio que es la Iglesia encima. Ese fundamento sobre el que descansa la Iglesia, fue colocado por el apóstol Pablo como sabio arquitecto, palabras que vienen del griego ‘sophon arkhitékton”, muy diferente a las palabras traducidas incorrectamente como “perito arquitecto”, en la cita de la carta a los Hebreos 11:10, ya que la palabra en español “perito” se deriva de la palabra griega “tekhnítes”, palabra que si es correctamente traducida al español, traduce como “artífice o autor”. El apóstol Pablo no fue un perito, sino un sabio. También es necesario recordar, que la palabra traducida al español como “hacedor”, es la traducción exacta de la palabra griega “demiourgòs”. El artífice o autor es el que origina un propósito, el arquitecto es el que recibe del artífice la idea y la lleva a cabo.

La nueva Jerusalén o Jerusalén de arriba es una ciudad de fundamento estable, de fundamento que no puede ser removido, por lo que es una ciudad eterna. Lo que le da a esa ciudad esa condición de eternidad y estabilidad, es que está asentada sobre un fundamento estable: Jesús Cristo, quien es su artífice y hacedor, Dios mismo. Todos han confundido, la imagen de lo que es una ciudad hablando terrenalmente, con lo que es la ciudad de Dios o realidad espiritual. Piensan que la ciudad o pueblo se refiere a las cosas que contiene esa ciudad o pueblo, se les olvida que el pueblo se compone de seres vivientes y no de las cosas que adornan a ese pueblo. Ese concepto erróneo la han proyectad a todas las cosas. Se refieren a la Iglesia como las cuatro paredes de un edificio de bloque, madera o cualquier otro material, y se le olvida que Dios o la conciencia eterna, no habita en templos hecho a mano, sino todo lo contrario. Es como cuando hablamos de la familia, esta no está constituida por el plasma, los muebles, la nevera, etc., sino simplemente por los miembros que la componen. Eso es lo que declara el apóstol Pablo en la 1ra carta a Timoteo 3:14-15 cuando le dice: 14 Estas cosas te escribo, esperando venir a ti en breve; 15 y si me retraso, para que sepas como es menester comportarse en la casa de Dios, la cual es la Iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad. Eso es lo que el Señor estaba anunciando a través del profeta Isaías 28:16 cuando declara: 16 por tanto, el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.

Observen que Dios puso en Sion una piedra por fundamento, pero no fue una piedra de materiales de la corteza terrenal; en tiempo moderno decimos que puso un cimiento o zapata, que es una piedra o roca capaz de soportar el peso total del edificio que se levanta o sobreedifica luego encima. Ese fundamento es Jesús Cristo que cargó con todo lo nuestro. Pero os pregunto: ¿Qué es, o qué significa la palabra Sion? Pues Sion es el nombre utilizado para identificar la ciudad del Dios vivo, es otra forma de llamar a la Jerusalén celestial, a la Jerusalén de arriba o nueva Jerusalén, es otra palabra para llamar a la Iglesia de los inscritos en los cielos. Eso es lo que revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 12:22-23.

El apóstol Pablo revela en la carta a los Romanos 9:30-33 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles que no perseguían justicia, alcanzaron justicia, mas una justicia procedente de fe; 31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, a ley no llegó. 32 ¿Por qué? Porque no procedentes de fe sino como procedentes de obras; tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 Tal como está escrito: Mirad, pongo en Sion una piedra de tropiezo (la palabra griega "proskómmatos") y roca de escándalo (la palabra griega "skandálos") y el que cree en él, no será avergonzado.

Por tanto, amados, Jesús Cristo es la piedra de tropiezo, es la roca de escándalo para el que no cree, pues el que cree en él, no es avergonzado. El que no cree en Cristo o su doctrina, no tiene fundamento o los principios correctos de vida, aunque tenga apariencia de moralidad y otras cosas durante la existencia de su alma viviente, es una casa levantada sobre la arena de la ignorancia, a la cual cuando le sopla el viento de doctrinas de error o de reglas, leyes y ordenanzas erróneas, y la azota la tormenta de las dificultades de este peregrinar, es derribada fácilmente. Sucumbe, cae fácilmente y le asedia todo tipo de problemas antes llamados demonios, como lo son la depresión, la ansiedad, la bipolaridad, esquizofrenia, el estrés excesivo, y toda clase de deseos compulsivos, etc.

Pero Jesús Cristo es la piedra angular o fundamento estable para todo aquel que cree en él, no como una panacea mística y religiosa, no como una pastilla para quitarte el dolor, sino como una realidad manifestada en tu vida por principios que equilibran tu vida, como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 3:11 cuando declara: 11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús Cristo. Porque ese fundamento te hace conocerte a ti mismo en todo el sentido de la palabra, y por ende sabrás quiénes son los demás que te rodean.

En este nuevo pacto o gracia de Dios, hay un solo fundamento: ¡Jesús Cristo! En esa posición no cabe nadie más. En este nuevo pacto, fuera de Jesús Cristo no hay nueva cabeza, no hay líderes por encima del cuello de la Iglesia. En este pacto de la gracia no hay nuevos apóstoles después de Pablo, porque ya el fundamento fue colocado. No necesitamos nuevos arquitectos para que nos enseñen los planos ya construidos por el hacedor de todas las cosas, Jesús Cristo. Tampoco hay súper evangelistas ni pastores maestros estrellas que se consideran como el único refresco del desierto, porque tenemos gratuitamente dentro de nosotros el agua de vida que salta para vida eterna y de calidad durante nuestro peregrinar, pues esa agua o palabra inspirada de Dios que tenemos dentro de nosotros, como revela el apóstol Pablo en la 2da carta a Timoteo 3:16-17 nos dice: 16 Toda Escritura inspirada por Dios es también provechosa para enseñanza para reproche, para corrección, para instrucción en justicia, 17 para que equilibrado sea el hombre de Dios, para toda obra buena equipado.

En este pacto de la gracia, TODO, ABSOLUTAMENTE TODO, gira alrededor de Jesús Cristo, el fundamento o piedra angular del nuevo templo que es la Iglesia, porque Cristo es TODO en todos. Sí amados, ¡Jesús Cristo! Es el único fundamento de la nueva Jerusalén, Cristo es el fundamento de la ciudad que esperaban Abraham y todos los demás hermanos, como revela el apóstol Pablo en la carta a los Hebreos 11:10. Entonces amados: ¿Por qué estamos divididos en tantas sectas o tribus si somos una sola familia o reino? ¿Por qué tantas religiones a nombre de Dios si se nos dio a beber de un solo Espíritu o doctrina? Empecemos por entender que Jesús Cristo no es religión, no es misticismo, no es un culto emocional. Jesús Cristo es todo lo contrario, es un estilo de vida, es un reino o principios de vida dentro de nosotros, es un conocimiento racional en el interior, no en la carne.

Los que ya hemos sido despertados al conocimiento de que somos la nueva Jerusalén, que somos la Jerusalén de arriba que tenía que bajar, no tenemos religión ni división, tampoco tenemos necesidad de un sol o sistema religioso de referencia ni una luna natural o secta que se haga recibir como la representante única de la Iglesia de Cristo que es una entidad espiritual donde sus ciudadanos le sirven con la mente; no seguimos movimientos que andan en ignorancia de la verdad de todo lo ya revelado. En cambio, ya estamos alumbrados las enseñanzas correctas del sol de justicia que es Jesús Cristo, que no permite oscuridad o ignorancia ni sombra o desviación de la verdad en su cuerpo, por lo que militamos en la luna o Iglesia de los nuevos cielo y tierra o nuevo orden en Cristo en el Espíritu. Todos los que le creemos a él, somos un mismo cuerpo en el mismo Espíritu y en el mismo evangelio, porque la gracia es el nuevo pacto que nos fue dado en Cristo desde antes de las edades, como revela el apóstol Pablo en la 2da carta a Timoteo 1:9.

Aunque Dios le delegó al apóstol Pablo el ser el sabio arquitecto que colocara el fundamento de la nueva Jerusalén que es Cristo, como revela la 1ra carta a los Corintios 3:10 que dice: Yo como sabio arquitecto, puse fundamento, aun así, Dios es el único artífice y constructor de la ciudad que le prometió a Abraham formada por todos los que le creemos en Espíritu y verdad de su doctrina, eso es lo que nos revela el sabio arquitecto en la carta a los Hebreos 11:10 que leímos anteriormente. La tarea de un arquitecto es edificar con sabiduría lo que el dueño del proyecto le da como responsabilidad a realizar. La función del sobre-edificador o ingeniero espiritual, es actualizar y remodelar lo construido con los materiales apropiados ya escogidos de antemano.

Os pregunto mis amados: ¿Con qué planos puso Pablo el fundamento de la nueva Jerusalén o Jerusalén de arriba descendida? Pues con los planos del evangelio de la gracia. Eso es lo que el apóstol Pablo está revelando en la carta a los Romanos 2:16 cuando dice: Conforme a mi evangelio. El apóstol Pablo jamás se separó de esos planos y especificaciones, ni dijo que fueron autoría suya. Pero fue celoso en no dejar que se juntaran los viejos planos de la ley, que fueron simplemente un borrador, ni de las especificaciones temporeras del evangelio de la circuncisión, que no tenían el diseño totalmente completado.

El apóstol Pablo fue el fiel edificador de la Iglesia conforme a la orden de Cristo. Por eso puede declararnos la revelación de la carta a los Efesios 2:20-22 cuando dice: 20 sobreedificados sobre el fundamento de apóstoles y profetas, siendo piedra angular Jesús Cristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien conjuntado crece hasta ser santuario santo en el Señor; 22 en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en Espíritu. Ese es el nuevo templo de la nueva Jerusalén, de la Jerusalén de arriba, de la ciudad espiritual, donde todos los que tenemos la mente de Cristo o la conciencia del último Adán, sabemos que eso significa.

El apóstol Pablo revela en la carta a los Gálatas 1:8-9 que cualquiera que se atreva a querer edificar la Iglesia con otro Jesús, que sería otro fundamento imposible de colocar, con otro Espíritu o con otro evangelio, es anatema o maldito o decimos mal quien tal haga, porque eso es lo mismo que edificar la Iglesia con otros planos o instrucciones de parte de Dios. El apóstol Pablo como sabio arquitecto ya puso el fundamento, y ya el edificio o templo de Dios que es la Iglesia fue edificado con los planos del evangelio de la gracia, y nadie puede modificar ni cambiar el edificio ya edificado para morada de Dios en el Espíritu. Pero eso es un conocimiento mis amados, es una conciencia que sólo se recibe por medio del conocimiento del evangelio de la gracia de Jesús Cristo. Todo el que predique un evangelio diferente al evangelio de la gracia que reveló y predicó el apóstol Pablo, todo el que enseñe una doctrina contraria a lo revelado que nos dejó Cristo el Espíritu Eterno por medio del ministerio de la reconciliación dado a través del apóstol Pablo, es anatema.

Verifiquen lo que os acabo de declarar simplemente leyendo vosotros mismos en la 2da carta a los Corintios 5:18-19 que dice: 18 Y todas las cosas provienen de Dios, el cual nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación, 19 a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no teniéndoles en cuenta las transgresiones a ellos, y poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.

Con relación al descenso del cielo o de los lugares celestiales de la nueva Jerusalén, nos declara el libro de Apocalipsis 21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Muy a la ligera, por no saber de que Juan habla esa cita, y quien en realidad es el que recibió esa información, y de quién la recibió, todos en el sistema religioso dicen que ese Juan es el apóstol de la circuncisión Juan. Pasa lo mismo con la cuarta biografía de Jesús que se la adjudican a él, y fue escrita por el discípulo amado Lázaro de Betania, el hermano de Marta y María, que entendió muy claramente el mensaje de Jesús. Pero quién es ese Juan, lo dejaremos para otro estudio separado.

Ahora os pregunto: ¿Quién fue que nos revela que fuimos desposados con un solo marido? ¿Quién fue que nos revela que había una Jerusalén arriba? Creo que muy claramente se nos revela en la 2da carta a los Corintios 11:2  que fuimos desposado con un solo marido, el resucitado o glorificado; el mismo marido con que se casa la mujer o Iglesia luego de ser separada del primer marido por la muerte, para que la ley no tenga autoridad sobre ella, como enseña en la alegoría de la porción de la carta a los Romanos 7:1-4.

De nuevo os pregunto: ¿Quién es el que te revela la nueva Jerusalén o Jerusalén de arriba, que es la misma que en la cita anterior de Apocalipsis se declara que vio bajar del cielo? Pues claro que el apóstol Pablo. En la carta a los Gálatas 4:25 él nos revela que la Jerusalén de abajo o la vieja ciudad existente de esos días, y que correspondía al pacto de la ley de Moisés, estaba en esclavitud y sería echada afuera. Más adelante en la carta a los Gálatas 4:26 te revela: Más la Jerusalén de arriba la cual es madre de todos nosotros es libre. Esa es la misma ciudad con fundamento que esperaban Abraham y todos los santos amados que peregrinaron antes de la manifestación de Cristo en carne y sangre, que nos es declarado en la carta a los Hebreos11:9-10.

 Leamos de nuevo la cita de la carta a los Gálatas 4: 25 Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia; y corresponde a la Jerusalén de ahora, porque está en esclavitud con los hijos de ella. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre, la cual es madre de nosotros.

El apóstol Pablo revela de igual manera en la carta a los Efesios 2:19 que nosotros somos conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Y esto es así, porque la nueva Jerusalén o Jerusalén de arriba es la composición de todos los santos. Es la ciudad de la cual somos conciudadanos, somos los miembros de la familia de Dios o a quienes Dios ha santificado a lo largo de los siglos o edades.

Todos los santos constituimos la ciudad del cielo, la Nueva Jerusalén. Observa que esta ciudad santa desciende del cielo. Nosotros ya somos la nueva Jerusalén en la tierra, sólo que cuando participamos de carne y sangre estamos fuera de las puertas de la ciudad por causa del propósito de Dios, para que conozcamos en este orden relativo el bien y el mal.

Por eso declara el libro de Apocalipsis 21:25-27 lo siguiente: 25 Y las puertas de ella (de la nueva Jerusalén bajada de arriba) jamás son cerradas de día, porque no habrá noche allí; 26 y llevarán la gloria y el honor de las naciones a ella. Viste que las puertas ahora no se cierran, porque por ellas sólo entran los ciudadanos que salen a este orden visible y entran cuando regresan. Pero fijaos quienes son los que no pueden entrar por esas puertas ahora, leamos el verso 27 Y de ningún modo entrará en ella toda cosa común, es decir, el que hace abominación y mentira, sino sólo los que han sido escritos en el rollo de la vida del Cordero.

Os formulo otra pregunta. ¿Cuándo y por quién fue traída esa ciudad? Hago la pregunta desde ese punto de vista, porque todos en el sistema religioso enseñan que todavía eso no se ha cumplido. Pobrecitos, para ellos casi nada se ha cumplido, pues no entienden que significa que ya Cristo entró en su reposo. Pues es claro que esa ciudad para sede del reino fue traída por Jesús Cristo. Eso es lo que está declarando Lázaro el discípulo amado, cuando declara en su libro llamado por todos por error Juan 3:13 cuando dice 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre. Observa que cuando Cristo descendió del cielo nos trajo algo, nos acercó primero el reino de Dios, el cual está dentro de nosotros, que requería que él cumpliera primero todas las cosas, y después de su resurrección nos trajo el reino de Dios y la Nueva Jerusalén. El hizo descender la santa ciudad aquí a la tierra, que somos los santos en conocimiento.

Cuando Cristo descendió nos trajo todas las cosas que estaban prometidas en su gracia, nos trajo todas las cosas que ojo no vio ni oído escuchó ni subieron en corazón de hombre, como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 2:9, porque en el viejo hombre de la ley ninguna de esas cosas fueron reveladas o dadas a conocer.

Por eso la gracia trajo la revelación de que en Cristo habíamos sido elegidos, habíamos sido predestinados, habíamos sido adoptados como hijos en este orden relativo, aunque nuestro Espíritu o vida siempre estuvo guardado en Cristo en la dimensión espiritual absoluta.

Es la gracia la que nos revela que ya estamos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales o espirituales. Es la gracia que nos revela que ya todo el cuerpo de Cristo que es su Iglesia fue salvado, fue bautizado en la muerte de Jesús, fue sepultado y resucitado en el Espíritu o Cristo. Es la gracia que nos revela que ya todo el cuerpo de Cristo fue declarado perfecto en Cristo, fue limpiado en Cristo, fue lavado con la sangre derramada por Cristo en Jesús, fue declarado sin arrugas y sin mancha en Cristo. Es la gracia que nos revela que somos ciudadanos de una nueva nación, que somos una nueva raza, la raza espiritual o de dioses, y nos revela que estamos desposados con un nuevo marido. Es la gracia que nos revela que somos el cuerpo de la cabeza Jesús Cristo.

Leed lo que revela el apóstol Pablo en la carta a los Filipenses 3:20 que nos revela que nuestra ciudadanía está en los cielos.  Eso no te lo reveló Moisés por medio de la ley, eso no te lo reveló Pedro ni Juan ni Santiago; eso te lo reveló el apóstol Pablo por medio de la gracia. Fijaos que la cita de la carta a los Filipenses no dice que nuestra ciudadanía va a estar, como si fuera algo futuro, sino que desde los días del apóstol Pablo nos revela que ya estaba, porque somos de un reino espiritual real. Somos de una dimensión Espíritu, que es el orden de Dios que es Espíritu. Eso fue lo que le reveló Jesús a la mujer samaritana y registra su biografía escrita por el amado Lázaro de Betania, el discípulo amado, cuyo libro ha sido llamado por error Juan 4:24.

Os invito a leer lo que nos revela el apóstol Pablo en la carta a los Efesios 2:6 cuando declara: 6 y nos resucitó con él, y nos sentó con él en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Ya estamos en los lugares celestiales, ya estamos en la santa ciudad de Dios, ya estamos en la Jerusalén de arriba o nueva Jerusalén. Amados ya estamos sentados o en reposo al lado del Rey. Eso es lo que sucedía con la Reina, sombra de la Iglesia, que se sentaba en reposo al lado del Rey, al lado de su marido.

El problema es que los amados desconocen la revelación dada por Cristo a través del evangelio de la gracia, porque han sido mal enseñados a creer, que lo predicado por los apóstoles de Jesús en los días de su carne bajo el ministerio, apostolado y evangelio de l circuncisión, es lo mismo que lo revelado por el apóstol Pablo, bajo el ministerio de la reconciliación, por medio del apostolado y evangelio de la incircuncisión o de la gracia que le dio Jesús Cristo. Desconocen qué para disfrutar en cuerpos celestiales o de la gloria de Cristo la dispensación eterna dentro de las puertas de la nueva Jerusalén, es necesario cambiar de dimensión. Es necesario estar en el orden Espíritu plenamente, es necesario desvestirnos del cuerpo animal que nos confunde con las fieras y animales del campo que viven fuera de la ciudad Espiritual. Es necesario que nos desvistan del cuerpo de la humillación o carne y sangre, porque como revela el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:50, esa composición no hereda en el reino del Espíritu.

Eso es lo que está revelando el apóstol Pablo en la carta a los Filipenses 3:21 cuando declara que es necesario que: 21 El Señor transforme este cuerpo de humillación nuestra en el cuerpo de su gloria. Amados, observen, que ese cambio de dimensión, esa transformación que ya ocurrió para las primicias de la Iglesia en el año 70, ahora ocurre a cada uno de nosotros cuando somos desvestidos.

Leamos lo revelado por el apóstol Pablo en la 1ra carta a los Corintios 15:53-55 cuando declara: 53 porque  es menester que lo corruptible esto sea vestido de incorrupción, y que lo mortal esto sea vestido de inmortalidad, llegará a ser la palabra que ha sido escrita: Fue sorbida la muerte para victoria.

Finalmente nos declara el rollo profético llamado libro de Apocalipsis 21:2 de la ciudad santa,  de la Jerusalén nueva o Jerusalén de arriba, vi que descendía procedente del cielo, desde Dios, habiendo sido preparada como una virgen que había sido adornada para el esposo de ella.

Sobreedifiquemos lo que el apóstol Pablo revela en la carta a los Efesios 5:25-27 relacionado con esta visión. Para ello, cambiemos la palabra Iglesia por la palabra Virgen. Cuando dice que Cristo amó a la Iglesia o Virgen, se entregó a sí mismo por ella o la Virgen, para santificarla, purificándola con el lavamiento del agua en palabra, 27 para presentar él para sí mismo glorioso la Iglesia o virgen, que no tenga mancha o arruga o algo de las tales cosas, sino para que sea santa y sin tacha.

Por eso es que el apóstol Pablo testifica en la 2da carta a los Corintios 11:2 lo siguiente: 2 Porque os celo con celo de Dios; porque os desposé con un solo marido como virgen pura para presentaros a Cristo. Os dejo con estas palabras para que meditéis en ellas: Nosotros somos la Nueva Jerusalén o Jerusalén de arriba, que bajó desde Dios, sólo que como miembros del cuerpo de Cristo, estamos fuera de las puertas de la ciudad vestidos de animales, regresando dentro de sus muros cuando nos quitamos este disfraz. Gracia y paz.

 

 

¡ABBA Cristo!

 

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