LEY DE LA RETRIBUCIÓN O LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA
(SECCIÓN 8)
Que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo.
Carta a los Colosenses 4:3
Nos revela el apóstol en Gálatas 5:22 que el fruto del Espíritu entre muchas de las cosas que produce una de ellas es la paciencia. Muchos hermanos están sin darse cuenta que Dios mismo nos muestra a través de la revelación del evangelio en Romanos 9:22 que él soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción. Quizás muchos están esperando ver ocurrir esa acción del Señor, pero ya eso ocurrió porque él entró desde ese juicio en su reposo eterno para con su propósito en esta creación.
Las vasijas de ira preparadas para destrucción fue la última generación de la ley o antiguo pacto que llenó la medida del vaso de sus padres, Mateo 23:32, y fue destruida en el año 70, cuando el reino de Dios o nuevo pacto se manifestó con poder y es en el pacto que vivimos ahora los hijos. De hecho, nos revela Romanos 15:5 que el Señor es el Dios de la paciencia, por eso la paciencia es un fruto del Espíritu que se manifiesta en nosotros los hijos de Dios si andamos en el Espíritu.
El apóstol nos recuerda en 2 a los Corintios 12:12, que todas las señales de apóstol fueron realizadas por él con mucha paciencia. También nos exhorta en Efesios 4:2 a que debemos soportarnos o considerarnos unos a otros con paciencia. De igual manera luego de pedir a los hermanos su oración por él para que la palabra del Señor corriera y fuera glorificada, y para que fuera librado de hombres perversos y malos porque no es de todos la fe, 2 a los Tesalonicenses 3:1-2; les dijo a los hermanos en 2 a los Tesalonicenses 3:5 que pedía al Señor que los encaminara en sus corazones u hombre interior al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo que es la misma paciencia de Dios.
Es
por tanto necesario que los hijos de Dios del año 2001 y más, entiendan y
activen en sus conciencias la importancia que reviste el
fruto del Espíritu de Paciencia. Ese es el
fruto que el Señor nos muestra en el sembrador cuando dice: Así es el
reino de Dios, como un hombre que echa la semilla en la tierra,
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y
se acuesta y se levanta noche y día, y la semilla brota y crece como no sabe
él. Todo lo que un hombre siembra sea
semilla de dinero, semillas malas para la carne, o semillas buenas para el Espíritu,
crece poco a poco hasta manifestarse fuera delante de los demás sin que sepa
el hombre como ocurrió. Lo
único que experimenta el hombre luego de sembrar una semilla, es que un día
recoge la cosecha de lo sembrado, sea temprano o tardío.
La cita de la sección anterior nos muestra que el hombre se acuesta y se levanta hasta el día en que se alegra por ver primero brotar su planta, señal inicial que será seguida por el crecimiento vigoroso de la planta, el florecer y finalmente echar frutos para entonces recoger la cosecha de lo sembrado.
El hermano Salomón en el libro de Eclesiastés 11:1 nos dice en profecía algo que muchos citan constantemente: Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.
Esta
declaración nos dice que debemos echar o sembrar nuestro pan o semilla sobre
las aguas, el lugar de vida y crecimiento. Entonces viene la parte importante
que este artículo de la ley de la siembra y de la cosecha trata, porque después
de muchos días lo hallarás. Es
necesario que entre la acción de echarlo y hallarlo pasen muchos días.
Ese necesario que pase un tiempo para que ocurra el proceso de la semilla
morir, resurgir a nueva vida, brotar, crecer, florecer y finalmente
fructificar para recoger la cosecha correspondiente. Pero para eso es necesario ejercer paciencia,
porque cada vez que tenemos que esperar el resultado final de algo, es
necesario ejercer paciencia.
Jesús Cristo en los días de su carne le enseñó a un grupo de sus discípulos que le escuchaban, lo que muchos llaman la regla de oro, en los días finales de la ley o antiguo pacto. De hecho, él dijo que hacer eso que él acababa de decir equivalía a cumplir con la ley y los profetas. Es importante que entiendas bendecido, que cuando caminas en el Espíritu, nada te ata a las obras de la carne. Esa enseñanza del Señor era un pequeño adelanto de lo que es el amor.
Veamos
esa declaración del Señor recogida en la biografía según Mateo 7:12 que
dice: Así
que todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también vosotros
haced les; porque ésta es la ley y los profetas.
De nuevo, fíjate cuidadosamente, observarás de estas palabras del Señor que
entre lo que tú haces o siembras en los hombres y lo que tú esperas o
cosechas de esa siembra que hiciste, es necesario un período de espera.
Tienes que ejercer
paciencia en lo que lo sembrado en esa persona
tiene su efecto. De nuevo, recuerda que hay semillas que dan cosechas a corto
plazo y otras a
largo plazo y esa última es precisamente la que
requiere más paciencia.
Existe una semilla que siempre que es sembrada tiene cosecha
casi inmediata; siembras una
sonrisa y verás el resultado casi
inmediato.
Recuerda
bendecido, la cosecha nunca se recoge al mismo tiempo de sembrar la semilla;
por corto que sea, es menester esperar un tiempo para recoger los resultados,
la cosecha. Un buen ejemplo de ejercer la paciencia después de sembrar la
semilla lo encontramos en nuestro Dios y Padre Eterno. Nos revela el apóstol
en 1 a los Corintios 15:44 que el Señor sembró cuerpo
animal, y resucitó o cosechó cuerpo
espiritual. Entre sembrar la semilla del primer
Adán y cosechar el fruto del segundo Adán, Dios tuvo que ejercer gran
paciencia, tuvo que entrar en el tiempo y el espacio, tuvo que humillarse en
esta creación hasta ver el fruto de su aflicción
como profetizó Isaías 53:11.
Nos dice Cristo en los días de su carne, según registra su biografía
en Lucas 8:15, que la semilla o palabra de fe sembrada en buena tierra, es
un creyente que da fruto, es decir, todo aquel que confiesa la obra realizada
por el Cristo en él, ejerciendo la paciencia. Y el que en la
tierra de buena calidad, éstos son los que con corazón excelente y bueno
habiendo oído la palabra, la retienen y llevan fruto con paciencia.
Nos revela el apóstol en Romanos 8:25 Mas si lo que no vemos, esperamos, mediante
la paciencia lo aguardamos. Un par de
versos antes, el apóstol estaba revelando que en los días de su carne él y
los hermanos habían sido salvados
en esperanza o posición en Cristo,
esperaban la redención de sus cuerpos, la resurrección de los muertos, ser
resucitados en el Espíritu mediante la terminación de la ley o antiguo pacto
delante de Dios. Se esperaba lo que no se puede ver en este orden, el Espíritu.
Pero la evidencia de que había sucedido era un evento que se podía ver, la
destrucción de Jerusalén y su templo en el año 70, la señal del Hijo del
hombre que marcó la segunda venida de Cristo sin relación con el pecado,
esto es la eliminación de la ley o antiguo pacto.
En Hebreos 6:14 el apóstol nos dice que el Señor le dijo a nuestro
padre Abraham: De cierto
bendiciendo te bendeciré y multiplicando te multiplicaré.
El Señor le prometió a Abraham que como semilla él lo iba a multiplicar,
haría una cosecha grande con él como padre de la fe. Por eso nos continúa
diciendo en el verso 15 el resultado que tuvieron esas palabras en Abraham,
las cuales creyó y esperó con paciencia: y así
aguardando pacientemente alcanzó la promesa.
En esta ocasión nos revela el apóstol que es necesario ejercitar la promesa para hacer la voluntad de Dios y recibir la promesa, la cosecha de lo sembrado. Veamos en esta ocasión Hebreos 10:36 que dice: Porque de paciencia tenéis necesidad para que la voluntad de Dios haciendo, obtengáis la promesa. Es por tanto menester entender que todo lo que sembramos, sea bueno o malo, sea dinero, etc. tiene un período de espera, el cual esperamos con paciencia para recibir el fruto prometido de esa siembra.
Es menester usar la paciencia contra todo lo que se levanta en contra de lo establecido y prometido por Dios. Nos dice el apóstol en Gálatas 6:9 Y lo bueno haciendo, no desmayemos; porque en su propio tiempo cosecharemos, no desfalleciendo, ejerciendo paciencia. Y de nuevo en 2 a los Corintios 10:3-5 Porque en la carne andando, no según la carne militamos, 4 porque las armas de la milicia de nosotros no son carnales, sino poderosas por Dios para destrucción de fortalezas, razonamientos destruyendo 5 Y toda cosa altiva que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo a todo pensamiento a la obediencia de Cristo.
Por tanto hermanos es menester ejercer la paciencia conforme al consejo del apóstol registrado en Efesios 6:13 Por esto, tomad la armadura toda de Dios, para que podáis resistir en el día malo y todas las cosas haciendo llevado a cabo, estar firmes. Del verso 14 al verso 19 puedes leer cuales son las piezas de la armadura de Dios y su propósito final, dar a conocer el misterio del evangelio; sí, del evangelio de la incircuncisión que nos predicó el apóstol Pablo, el evangelio de la gracia, que es el propósito por el cual sembramos nuestra semilla de finanzas para el reino de Dios.
Que el dios y Padre Eterno nuestro muestre TODO el fruto del Espíritu en nosotros como miembros vivos y activos de su cuerpo en este orden relativo y visible. ABBA Padre.
MINISTERIO RECONCILIACIÓN EVANGELIO DE LA GRACIA - (MREG)
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