LEY DE LA RETRIBUCIÓN O LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA

(SECCIÓN 10)


Sobreedificando sobre el fundamento Cristo


Art. 10 – LA COSECHA ES RESPONSABILIDAD DE DIOS

            Lo primero que debemos tener en mente es que en esta creación toda semilla solamente se reproduce de otra semilla. No importa el género de la semilla Dios por su poder origina otra semilla. Las semillas plantas originan otras semillas plantas perpetuamente; las semillas animales producen otras semillas animales; las semillas hombres producen otras semillas hombres; siempre todo ocurre conforme a su género y conforme a su especie.

            Pero quizás pensarás que eso solamente es una ley para las cosas de la naturaleza que acabo de mencionar, pero es para todo lo que es sembrado como nos reveló el apóstol en Gálata 6:7, cuando nos amonesta a evitar ser engañados, porque todo lo que un hombre siembra, también eso cosechará. Siembra dinero cosecharás dinero; siembra cualquier obra de la carne, cualquier obra mala del viejo hombre, del alma que era el primer Adán, y cosechara obras muertas, malos resultados, una calidad de vida mala.

            En cambio siembras para el Espíritu, para el nuevo hombre creado según Dios, el nuevo Adán en Cristo, y cosechara todo el fruto del Espíritu, para vida eterna, para vida de calidad aquí en la tierra. Andas en esas obras buenas preparadas de antemano para todos los hijos de Dios y verás los resultados en tu vida ahora.

Art. 10.1 – EL REINO DE DIOS ES COMO UN HOMBRE QUE ECHA SEMILLA EN LA TIERRA

            Revisemos de nuevo lo dicho por Cristo en los días de su carne según lo registra su biografía según Marcos 4:26-29 Y decía: Así es el reino de Dios, como un hombre que echa la semilla en la tierra, 27 y se acuesta y se levanta, noche y día, y la semilla brota y crece como no sabe él. 28 Por sí misma la tierra lleva fruto, primero hierba, después espiga, después lleno grano en la espiga. 29 Y cuando lo permite el fruto, enseguida envía la hoz, pues ha llegado la recolección.

Fíjate muy bien y con mucho cuidado bendecido, el reino de Dios en el cual tú vives ahora, fue antes de comenzar lo que se llamaba el siglo venidero en los días de la transición entre los dos pactos comparados con un agricultor que siembra la tierra. Luego de sembrado el terreno nos dice lo que es la clave de todo el verso, pasan los días y las noches y el agricultor nada tuvo que hacer para que la tierra produjera lo que él estaba esperando.

            Dice la cita que la semilla brota y crece como no sabe el que la sembró. Han pasado después de esas palabras al día de este estudio en mayo de 2001 unos 1974 años aproximadamente y todavía esa realidad, ese principio permanece intacto. Durante todo ese tiempo el hombre desde el punto de vista de la naturaleza ha desarrollado varias formas de hacer que las semillas produzcan mas cantidad de frutos, pero jamás ha podido ni podrá, hacer una semilla de la nada que perpetuamente se reproduzca por sí misma sin que él tenga que intervenir en el proceso luego de solamente sembrar el grano desnudo.

            Esto también nos enseña, que la semilla sembrada tiene que pasar por un proceso que conlleva tiempo. La semilla que el agricultor siembra pasa por este proceso, pero lo más hermoso es que como si fuera un milagro por la ley establecida por Dios, el grano tomado como ejemplo que es de trigo desnudo que fue sembrado se convierte primero en una pequeña plantita de hierva, luego mas tarde le sale la espiga donde crecerá el fruto y finalmente sale el fruto de acuerdo a su género planta y su especie trigo. Entonces el agricultor está listo para meter la hoz y cortar la espiga llena de fruto maduro para recoger.

            Así sucede con todo lo que el hombre siembra, pasa por el mismo proceso. Sea plantas naturales, sea dinero que invierte, sea obras muertas para la carne o sean las obras del Espíritu preparadas de antemano para andar en ellas. Todas esas semillas te producirán fruto sin que tu sepas como ocurrió, lo único que tienes que hacer es sembrarla. Recuerda bendecido: No seáis engañados, Dios no es burlado. Porque cuanto siembre in hombre, eso también cosechará, Gálatas 6:7.

            Para que te quedes sin dudas en tu corazón, leamos también el verso 8 que sigue: el que siembra para la carne de él mismo, de la carne cosechará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu cosechará vida eterna. Es decir hermanos, que para que la semilla produzca, Dios tiene que obrar. El Señor está ahora en el nuevo pacto en reposo por toda la eternidad, lo que significa que aquí en la tierra opera la ley de retribución o de la siembra y la cosecha que dice: que todo lo que un ser humano siembre u obre, eso recogerá multiplicado. El sembrador nada tiene que hacer para que la semilla le produzca fruto, eso es ya ley de Dios, y créeme que recibirás el fruto p cosecha de todo lo que siembres, sea bueno o sea malo.

Art. 10.2 - TODA SIEMBRA ES MULTIPLICADA SIEMPRE POR DIOS

            Las Escrituras de la ley o antiguo pacto, las Escrituras de la transición entre los dos pactos, como las Escrituras del nuevo pacto nos hablan del proceso de la siembra y la cosecha. Como hemos visto a lo largo de este estudio, eso incluye: la siembra, la multiplicación y colección o cosecha de las semillas sembradas.

Todo el proceso básicamente requiere la siembra de la semilla inicialmente, regar la semilla después de sembrada, cuidar la nueva planta durante su proceso de brotar, desarrollarse y fructificar, y finalmente recoger los frutos de la cosecha. Todo esto requiere paciencia durante todo el proceso que es responsabilidad de Dios que ocurra, porque como te dice el apóstol: No seáis engañados, Dios no es burlado. Porque cuanto siembre in hombre, eso también cosechará. Es importante que entiendas que Dios desempeña el papel más importante de todo el proceso, porque de acuerdo a lo que siembres, sea bueno o sea malo, obtendrás finalmente multiplicada tu siembra.

Art. 10.3 – TODA SIEMBRA ES REALIZADA POR FE

               Cristo en los días de su carne mostró lo que es andar por fe en todas las cosas. Nos enseñó como sembraba en fe y obtenía el resultado inmediatamente de lo que sembraba o hacía en fe. Por ejemplo multiplicó panes y peces en dos ocasiones para la multitud de personas que lo seguían para escucharlo. Su primer milagro para testimoniar quien era él, fue sembrar 6 tinajas con agua y recoger la cosecha de 6 tinajas de vino exquisito. Instruir a los apóstoles de la circuncisión a echar sus redes en el mar vacías y sacarla llenas de peces, esto era enseñar a los doce a pescar hombres. Pero Jesús nos enseñó la siembra por excelencia: se sembró a sí mismo como el único grano de trigo del reino; como el único grano del nuevo pacto; como el único grano de la nueva creación de los nuevos cielos y la nueva tierra; se sembró como el nuevo Adán para traer a vida la gran cosecha de Dios: todos los hijos escogidos y reconciliados por Dios en el Espíritu.

Art. 10.4 – TODA SIEMBRA ES REALIZADA EN EL NOMBRE DEL SEÑOR

               También el Señor en los días de su carne nos autorizó a utilizar su nombre en todo lo que pedimos o hacemos, como registra Lázaro, el discípulo amado, cuyo libro es llamado por error Juan 15:16. De hecho, el apóstol nos instruye a que hagamos todas las cosas, sea de palabra o de obra, en el nombre del Señor Jesús, Colosenses 3:17. En ese nombre todas las cosas son sí y amén, a los 2 Corintios 1:20; porque como nos revela el evangelio de la gracia del nuevo pacto en Filipenses 2:9-10 Por lo que también Dios le exaltó sobre todo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 Para que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble, de seres celestiales y de los sobre la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Señor es Jesús Cristo para la gloria de Dios Padre.

               Esto es así amado bendecido, porque al Señor Jesús Cristo quien es Dios que se manifestó en carne, están sujetas todas las cosas, sean visibles o invisibles, sobre la tierra o debajo de la tierra como inicialmente se pone la semilla cuando se siembra, Colosenses 1:16. Es por eso que tenemos que sembrar o hablar la palabra positiva en todo lo que hacemos o sembramos para que en el nombre del Señor todo sea multiplicado conforme a su promesa.

Art. 10.5 – EVITA MIRAR LOS VALLES Y MIRA LAS MONTAÑAS

               El problema del hombre es que siempre está mirando a las partes bajas en vez de mirar a las alturas. El apóstol nos amonesta en Colosenses 3:2 en las cosas de arriba poned la mente, no en sobre la tierra. Mira hacia el monte de Sion o Jerusalén de arriba, evita fijar tu mente en la Jerusalén de abajo o de la ley o antiguo pacto que estaba en esclavitud junto con sus hijos y ya fue destruida. Es menester que los hijos de Dios que son reyes de los cielos, dejen ya de lamentarse de su destrucción tratándola como si viviera delante del Señor todavía, ese lamento era solamente para los reyes de la vieja tierra como profetizó el rollo profético llamado Apocalipsis 18:9, 18-20, los reyes de los nuevos cielos y la nueva tierra, el nuevo pacto, viven regocijados en el Señor que es Rey de Reyes, el Señor Jesús Cristo.

               También acostumbramos a usar una montaña en el sentido de un obstáculo grande que se nos pone enfrente. Las montañas pueden ser: crisis económica, desempleo, crisis financiera general o local, crisis política, depresión, falta de educación formal, ponle el nombre que quieras a tu obstáculo. Sólo es necesario en fe decirle al monte que sea en el nombre del Señor que sea quitado delante de ti, y te será realizado. En el ejemplo que el Señor usó dijo que le dirían a ese monte, el Israel natural, arráncate y échate  en el mar, es decir, y sed esparcido por todas las naciones del mundo, y así sucedió, Marcos 11:22-24. Todos estos problemas pueden parecer obstáculo que se oponen a nuestro caminar en esta tierra, pero recuerda que la semilla por pequeña que sea tiene que quitar el obstáculo de abrir la tierra y hacerse paso hacia la superficie para que la planta brote, crezca y se multiplique, paciencia en el sembrador esperando el resultado de lo ordenado por el Padre.

Art. 10.6 – CONFÍA EN EL SEÑOR DE LA COSECHA

               Confía como Abraham, pues Dios moverá todos los obstáculos que te cierran aparentemente el paso, pero recuerda que es en el tiempo de él, que es diferente al de los hombres. Busca la enseñanza que Dios te está mostrando en esa experiencia que luego servirá para ayudar a otros hermanos con relación a ese tipo de siembra.

               Cuando Jesús enseñó sobre echar de delante de ti los montes enseñó una condición sumamente muy importante cuando dijo: y no dudare en su corazón, Marcos 11:23. Eso significa primero, que es sumamente importante que creamos a Dios; y segundo, que debemos ser pacientes en esperar el resultado de la siembra de la palabra ordenada. En Romanos 4:20 nos recuerda nuestro apóstol que el Padre de la fe nunca dudó de las promesas de Dios. La fe mezclada con duda produce incertidumbre, desmoralización, inseguridad; porque la fe es todo lo contrario de eso: es la base segura de lo que se espera, prueba convincente de realidades (que se ven por el Espíritu) que no se ven (por la carne), Hebreos 11:1. Por tanto, es menester actuar en una fe vigorosa cuando se espera la multiplicación de la cosecha.

               La palabra griega upostasis, traducida base segura en Hebreos 11:1 significa literalmente materia prima, porque la fe que ejerces para creer que dios multiplicará tu cosecha, es la materia prima con la cual tienes que sembrar. Si esperas cosechar dinero, la materia prima que tienes que utilizar es el dinero. Si la cosecha que esperas recoger es vida eterna y vida de calidad aquí en la tierra, la semilla que tienes que sembrar es el fruto del Espíritu que es Cristo en tu vida, el nuevo Adán. Si por el contrario lo que espera cosechar es destrucción para tu vida o una vida de muy pobre calidad aquí en la tierra, por obligación la semilla que sembraste fue obras muertas para la carne.

               La fe que ejerces sobre tu semilla, es la evidencia o prueba convincente de la realidad que esperas como resultado de tu siembra, como consecuencia del tipo de semilla que sembraste. El problema que tienen los niños en Cristo y sus tutores es que continúan viviendo conforme a la ley o antiguo pacto donde todo se ve, se oye y se toca. Pero en el nuevo pacto todas las cosas son por el Espíritu como es Dios; todas las cosas son invisibles para los sentidos humanos en la dimensión del Espíritu. De hecho bendecido, todas las cosas que existen visiblemente ahora en esta dimensión vinieron del mundo espiritual donde existían primero.

Art. 10.7 – RECUERDA, LA FE ES LA CLAVE

               Eso es lo que te está revelando el apóstol Pablo en Hebreos 11:3 cuando te dice: Por fe entendemos haber sido formados los mundos con una palabra de Dios, de modo que no de cosas que se dejan ver lo que se ve ha sido hecho. Piensa un momentito y examina en tu mente que cosa de todas los llamados inventos existía en este mundo natural antes de ser traído al mundo de lo que se ve por los sentidos naturales ¿verdad que ninguna? Pero sin embargo ya existían en el orden espiritual. Por eso es que el hermano Salomón dice en Eclesiastés 1:9 nada hay nuevo debajo del sol. Eso es así porque lo que será en el mundo de lo que se ve, ya fue en el mundo que siempre ha sido, el orden o dimensión espiritual.

               Al finalizar esta sección quiero dejarte dos cosas en tu mente para que la medites. Primero, la fe es la llave que abre el mundo o dimensión espiritual para que las cosas que esperas vengan al orden o dimensión visible a tus sentidos naturales. Segundo, las cosas son realizadas por el poder de la palabra, las cosas son traídas al mundo físico conforme a lo que decimos. Por tanto, debemos hablar siempre afirmativa y positivamente, nunca debemos hablar con duda de lo que queremos o deseamos alcanzar con la semilla que sembremos, que te recuerdo las palabras del apóstol de Gálatas 6:7 No seáis engañados, Dios no es burlado. Porque cuanto siembre in hombre, eso también cosechará, sea semilla de buena o mala calidad; Así será el fruto a cosechar.

Art. 10.8 – DIOS DA PARA SEMBRAR Y MULTIPLICA LA COSECHA

               Parece que estamos sin recordar o entender las palabras de nuestro apóstol que fueron reveladas en 2 a los Corintios 9:10-11 que dicen: Y el que suministra semilla al que siembra, también pan para comida suministrará y multiplicará la sementera de vosotros y aumentará los productos de la justicia de vosotros; 11 en todo siendo enriquecidos para toda liberalidad, la cual produce mediante nosotros acción de gracias a Dios.

               Fíjate bendecido que esta porción de la revelación nos muestra seis puntos básicos e importantes con relación a las finanzas para el ministerio hacer su labor de esparcir el evangelio de la gracia. Primero nos confirma que Dios es el que nos suministra la semilla para sembrar. Segundo, es también Dios quien nos suministra el pan de cada día, da la lluvia y todo lo necesario por medio de la naturaleza para que obtengamos nuestro sustento diario. Tercero, es Dios quien multiplica la sementera de nosotros, el que multiplica o fructifica el esfuerzo de nuestro trabajo, de nuestra labor para beneficio de los demás que regresa a nosotros en salarios, ganancias en nuestros negocios, etc.

               Cuarto, es Dios quien aumenta en nosotros los productos de nuestra justicia delante de los demás, pues en la hora que una parte de nuestras semillas (dinero) es usada para beneficio de los más desvalidos, mostramos la misericordia para aquellos que necesitan, mostramos las obras del reino de Dios obrando en nosotros. Recuerda que Cristo en los días de su carne dijo que toda obra buena que hagamos a los niños más pequeños del rebaño a él se la hacemos. Hacemos las obras de bien a los demás por lo que somos y por quien vive o mora en nosotros, diferente a hacerlas para ganar algo delante de Dios, aunque él prometió que todas maneras esas acciones tendrán su recompensa, porque él multiplicará el producto de nuestra justicia.

               Quinto, también nos revela el apóstol que somos enriquecidos por Dios para toda liberalidad, para que tengamos en abundancia para sembrar de nuevo, para nosotros y para dar a otros. Sexto, finalmente nos revela el apóstol que la semilla sembrada en el reino de Dios por medio de las ofrendas al ministerio apostólico que te declara el evangelio de la gracia como hizo Pablo, produce mediante nosotros, refiriéndose en ese momento a su ministerio, el cual tendrá representación aquí en la tierra siempre, acción de gracias delante del Dios vivo, el Dios Fuerte o Todopoderoso, el Padre Eterno y Señor de todos nosotros Jesús Cristo. Esto es así porque mediante el ministerio del apóstol es llevado a todos los hombres el evangelio de la gracia que es poder de Dios para salvación a todo el que cree el mensaje de la revelación de todos los misterios de Dios que fueron revelados a través del apóstol Pablo solamente.

Art. 10.9 – AHORA ES EL MOMENTO ADECUADO PARA SEMBRAR

               Si estamos desenfocados de la realidad de los seis puntos indicados anteriormente siempre tendremos una excusa para posponer la siembra para el reino, porque siempre habrá una circunstancia que aparenta evitarlo: mi entrada de ingreso versus los gastos es pequeña; llegó el tiempo de pagar impuestos, tengo muchas deudas, estoy desempleado y así puede continuar la letanía. Dios sabe de todo lo que tenemos necesidad, pero como sembramos excusas para el reino se nos multiplica en excusas para recoger de igual manera. Recuerda la viuda pobre o la viuda de Sarepta.

               Por causa de las excusas que siempre el hombre pone, el Señor da las siguiente instrucciones por medio de la palabra de sabiduría de Eclesiastés 11:4-6 que dicen: El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. 5 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; 6 porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.

               Lo que el Señor te está indicando por esas palabras es que si como sembrador primero verifica las circunstancias desfavorable de la naturaleza para sembrar, nunca sembrarás. Nunca sembrarás tu semilla  para el reino de Dios esperando que tus circunstancias sean favorables, que estén de acuerdo a tu percepción de las cosas. Siempre sembraremos en fe, confiados que es Dios quien ordena todas las cosas conforme a la revelación que nos ha dado. Es Dios quien da semilla para sembrar, para comer, quien multiplica la semilla en gran medida, quien multiplica y nos enriquece conforme a su propósito.

               Eso fue lo que hizo Isaac, la viuda de Sarepta y todos los demás que hemos mencionado como ejemplo en este estudio, sembraron contrario a la adversidad que había en sus días. Isaac le servía en los días de su carne en promesa, al mismo Dios que nosotros le servimos ahora en cumplimiento de todas las cosas. Recuerda que Malaquías 3:6 te dice: Porque yo el Señor no cambio. El apóstol Pablo te dice en Hebreos 13:8 Jesús Cristo es el mismo ayer, (lo que acabo de citar de Malaquías) el mismo hoy, (el Señor Jesús Cristo, el nuevo nombre dado a conocer en los días del apóstol Pablo) y por los siglos, el Señor que reina en poder y gloria desde que se sentó en su trono de gloria para siempre en reposo.

Art. 10.10 – LA PROMESA ES PARA LOS HIJOS DE DIOS

               Cuando lees el libro de Génesis, puedes observar que la promesa de bendición fue dada a Abraham en su simiente, quien es Cristo, como revela el apóstol en Gálatas 3:16. Esa simiente se manifestó en la sombra en la casa de Abraham por medio del hijo de la promesa que fue Isaac, porque Ismael fue el hijo de la carne.

               Isaac que recibió de parte de Dios mismo la confirmación de esa promesa así como Jacob a quien Dios le cambió el nombre a Israel, caminaron en los días de su carne en esperanza conforme a las promesas del pacto en que nosotros caminamos ahora en este tiempo ya en posesión. Isaac era simiente de Abraham en la misma fe al igual que todos nosotros los que tenemos la fe de Abraham como revela el apóstol en Gálatas 3:9 cuando dice: De modo que los que son de fe, son bendecidos con el fiel Abraham.

               De nuevo nos revela el apóstol en Gálatas 3:29 Y si vosotros sois de Cristo, entonces de Abraham simiente sois, conforme a la promesa herederos. Porque como revela Gálatas 4:28 Pero vosotros, hermanos, conforme a Isaac, de la promesa hijos sois. Y otra vez en Gálatas 4:31 Por lo cual, hermanos, no somos hijos de la criada, (de la ley o antiguo pacto) sino de la libre, del nuevo pacto. Porque Agar era la criada y la esclava de la casa de Abraham que tenía que sujetarse a Sara; Agar la madre de Ismael era solamente una figura del antiguo pacto aun antes de que fuera echo en Sinaí por medio de Moisés. Por otro lado, Sara la esposa de Abraham, la libre, era la figura del nuevo Pacto; mientras que ambos hijos representaban los dos pueblos salidos de Abraham: Ismael el Israel natural que siempre estuvo en esclavitud e Isaac el Israel espiritual o la Iglesia de Dios, como es revelado por el apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas 4:21-27. ABBA Cristo.

 

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